Es muy probable que ya haya escuchado hablar de la nueva serie 13 Reasons Why . Es más, quizá ya la esté viendo o esté pensando incluirla en su apretada agenda de programas “en lista de espera”.
Es imposible no dejarse tentar por esta producción original de Netflix, que resuena con fuerza en las redes sociales y que ha logrado poner nuevamente sobre el tapete el problema del suicidio entre los adolescentes, enmarcado por el bullying , el abuso sexual, el slut-shaming (humillar a alguien por su vida sexual) y la discriminación por orientación sexual.
La serie se publicó el 31 de marzo, día en que tenía que realizar un largo viaje en avión, y aproveché para descargarla en mi tableta para verla sin tener que estar conectado a Internet.
Buscaba un programa liviano, fácil de digerir y que me permitiera dormirme a ratos sin comprometer el hilo conductor de la historia. 13 Reasons Why me pareció la mejor opción: en mi mente era el típico drama para adolescentes con algunos toques dramáticos, algo de comedia y un poco de suspenso. Como encontrarán, no tenía ni idea de lo que estaba a punto de ver.
En esta columna no pienso discutir si la serie ayuda e informa bien o no en casos tan extremos como el suicidio: eso se los dejo a los expertos. Sinceramente, a pesar de la buena producción, el impacto que deja en los espectadores, las actuaciones de los muchachos y la forma magistral con la que cuentan la historia, creo que la trama no refleja adecuadamente todas las razones y circunstancias que llevan a una persona a suicidarse. Pero, como dije antes, eso no lo quiero discutir acá.
A pesar de ello, creo que este programa es un curso básico que todo padre de familia debe realizar (en este caso, ver) para comprender cómo los jóvenes de hoy superan la adolescencia, inmersos en un mundo muy distinto al que nos tocó vivir durante nuestra juventud.
Para empezar, la historia gira alrededor de siete casetes grabados por la víctima, Hannah Baker, una chica cuya popularidad no la salva de sufrir las trampas de la adolescencia. Tal vez los padres de hoy sientan que el mundo de sus hijos es inaccesible, pero desde esa inteligente referencia a los casetes, es inevitable que padres y madres recuerden cómo vivieron aquellos años.
A partir de ahí, la serie deja entrever que los problemas que se enfrentan en esta etapa de la vida no han cambiado con el tiempo. Lamentablemente, todos hemos estado expuestos a la discriminación, la violencia de género y el bullying . Es en la manera de percibirlos –con la tecnología actual– lo que ha cambiado, y es ahí en donde está la fortaleza de esta serie: sensibilizar a los padres con todo este torbellino de emociones que viven los jóvenes, sin minimizarlo porque “yo sí lo logré superar”.
Al hablar en lenguaje de hoy de problemas de siempre, 13 Reasons Why puede ser una herramienta para conversar con su hijo adolescente. Le recomiendo ver la serie: le aseguro que no se arrepentirá.
Se lo sugiere alguien que no tiene hijos y que tampoco logró dormir durante un vuelo de 14 horas, pero que quedó profundamente conmovido con la historia de Hannah Baker.
*Esta es una columna de opinión de la revista Teleguía, de La Nación, y como tal sus contenidos no representan necesariamente la línea editorial del periódico.