Ya apesta a diciembre, ese momento de mágica complicidad entre el público y los medios, en el que los noticiarios transmiten todavía menos noticias que durante el resto del año, pero se aseguran rating, alta publicidad y una conciencia limpia gracias a sus amplios segmentos de sueños de Navidad.
Como si la caridad televisada (¿existe la caridad sin cámaras?) no tuviera suficiente eco con la Teletón (dícese del Mediocretón), nuestros canales de televisión abierta se han dado a la tarea de fomentar la costumbre del ‘sueño de Navidad’, y esa es una chupa-chupa de la que no se van a soltar nunca.
La interrogante es cómo soltarla, si es la acción de Responsabilidad Social Empresarial (un ícono de nuestros tiempos) más fácil de llevar a cabo. El primer gancho lo ponen los necesitados de ayuda, cuyas historias llegan a los oídos, ojos o bandejas de entrada de los periodistas, para una eventual selección de las anécdotas más llamativas (dícese de aquellas que puedan generar más lástima).
El resto es pan comido. Seleccionadas las historias que más pueden impactar a la audiencia, se busca una que otra empresa que se apunte al circo de las “manos que dan nunca estarán vacías” (un dogma bastante egoísta, en mi opinión). Luego, se le agrega el mismo piano melancólico de siempre y el paquete está completo: ¡todos ganan, nadie pierde!
Los medios se aseguran minutos de transmisión en una época en la que quieren darnos a entender que no pasa nada, el público alimenta su necesidad de empatía y filantropía asequibles sin ensuciarse las manos, las empresas obtienen visibilidad, y una fracción diminuta de la población desamparada recibe la ilusión de una ayuda temporal, sin que sus grandes problemas se resuelvan de raíz.
¡Hermoso el mundo que habitamos!
Mientras tanto, el informe del Estado de la Nación nos azota con tremenda afirmación: Costa Rica enfrenta la brecha de desigualdad más alta de los últimos 28 años. Los datos son más feos de leer: los ingresos promedio del 20% de hogares más ricos fueron 13 veces mayores que los del 20% de casas más pobres. ¿En cuál bando están los dueños de los medios?
Pero basta de hablar solo de cosas negativas, que para eso tenemos el resto del año. ¡Pasémosla bomba! Que se viene el Festival de la Luz, la playita, el gordo navideño, los chicharrones, el desayuno diario a puro tamal, ojalá una cadena nacional del querido Presi, y no uno sino ¡dos! Zapotes (este año también habrá fiestas en el centro de eventos Pedregal).
No ven que todo el país está esperando que le cambien las noticias de sucesos por notas sobre toros aunque sea durante unos días, y no queda más que celebrar que ahora tendremos doble ración de corridas y estupidez humana. ¡Gracias!
A eso sumémosle que este año también nos acompañará Giovanni Linares, recién despedido de Teletica y autor del humor de peor gusto en la región, quien narrará las contiendas humano-taurinas desde la señal de Canal 9, junto a fichas como Yiyo y Choché. Por cierto, Canal 9 cumple tres años hoy: ¡felicidades, gente, vaya diferencia marcaron!
Que nunca cambie nada de esto, Costa Rica, que caridad “por lo menos hay” y opciones de entretenimiento “nos sobran”. Tal vez lo único que necesitamos –aparte de eso– es un poco de respeto, pero ya saben que eso es secundario.