En el apartado de injusticias menores (que por la magia de la arbitrariedad obtienen una cuartilla de este impreso), 588 millones de latinoamericanos no son merecedores de uno de los más gloriosos privilegios del entretenimiento moderno: ver, disfrutar y absorber Louie.
La serie de comedia dramática y existencialista del comediante Louis C.K. ya va por su cuarta temporada –con la quinta en camino–, pero en América Latina no ha sido estrenada en FX, el canal que la transmite en Estados Unidos. ¿Por qué? ¿Qué nos hace poco dignos de ella?
Quizá las razones no son tan personales, quizá son empresariales o corporativas, pero es el mismo caso de los videos de YouTube que no están disponibles fuera de Estados Unidos, aunque el potencial público de los mismos podría ser mayor fuera de las fronteras de ese país.
Semanas atrás, confundido por la situación, le escribí a una ejecutiva de FX en Latinoamérica, quien lamentablemente me confirmó que, en efecto, estrenar Louie en el área todavía no está entre los planes de la cadena de televisión.
Luego, en una actividad para la prensa del canal TNT en México, me di cuenta de la importancia que tiene para la producción del entretenimiento un público tan vasto como el que conformamos, pues todos los actores, productores y directores presentes allí se mostraban sorprendidos de la cantidad de gente a la que puede llegar su producto cuando es expuesto al escrutinio latinoamericano.
Me encantaría conocer las razones por las que FX ha decidido no compartir con nosotros su mejor serie actual, pero eso va a ser imposible. Prefiero entonces aprovechar el espacio restante para recomendar Louie y sugerirles a los interesados que utilicen el poder de Internet a su favor para verla a como dé lugar.
Empecemos por Louis C.K., el cómico más brillante de la actualidad. El tipo es tan genial que accedió a hacer el show con la condición de que –a cambio de un presupuesto moderado– FX no tuviera injerencia en su contenido, lo que le otorgó completa libertad para su creación y desarrollo. Por esto mismo, C.K. protagoniza, escribe, dirige y hasta edita los episodios en su computadora personal.
Por otro lado, la serie es todo menos convencional. Es una comedia sin risas pregrabadas, y algunas de sus escenas más graciosas al comienzo duelen, porque parecen rebanadas de nuestro día a día, tan crudas como la realidad misma.
A C.K. no le da miedo entregar largas escenas cuasi cinematográficas, con jugosos diálogos por encima de escenas de acción. En esos diálogos, el artista está en un estado constante de autoburla y autocrítica, sin temor a explorar temáticas difíciles de tragar para los humanos.
Los personajes periódicamente cambian y un sinnúmero de estrellas han aparecido en el programa en sus cuatro años al aire, pero su trama no es específica, sino que se resuelve alrededor de la vida del comediante divorciado, sus dos hijas, las personas con las que se relaciona y sus observaciones de la sociedad.
La honestidad brutal con la que C.K. trata ciertos temas es su mayor atractivo, porque no hay nada que fortalezca más la introspección que un chiste o comentario jocoso sobre situaciones reales. Buen ejemplo de ello es una escena de la cuarta temporada, en la que una pretendiente cuestiona a Louie por su negativa a salir con ella por su obesidad, cuando ambos personajes tienen sobrepeso, pero las implicaciones de ello son distintas para hombres que para mujeres.