La mentalidad de algunas autoridades de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS) no les permite visualizar que es necesaria una participación regulada del sector privado para la supervivencia de esta maravillosa institución.
El caso de un niño con un quiste en el cerebro, que necesita que se le implante una válvula para resolver su problema, ilustra perfectamente la situación. La familia de este pacientito escoge hacer la cirugía en un centro privado y considera que, por estar amparado por la Ley de Protección a la Niñez y por ser asegurado, tienen derecho a que la CCSS les suministre el dispositivo que requiere.
Así, plantean la solicitud al Hospital Nacional de Niños -centro nacional de referencia para neurocirugía pediátrica- y obtienen la siguiente respuesta negativa: "Tráigalo al hospital para que aquí se le opere". Aunque en el servicio de Neurocirugía de ese hospital no hay lista de espera, sí tendrá que esperar unos dos meses antes de ser operado.
De habérsele entregado la válvula, todos ganarían: el niño, que logra la operación casi de inmediato; el centro privado; el Hospital de Niños pues dispone de un espacio libre en la consulta externa, en la sala de operaciones, en el tiempo del anestesiólogo, del neurocirujano, del asistente y de todo el personal involucrado en el proceso quirúrgico; además del ahorro en el costo de todo este proceso.
La simbiosis con el sector privado es necesaria para que la CCSS salga del estancamiento en que se encuentra. Los múltiples y fallidos intentos de terminar con las listas de espera dentro de la institución son prueba de que por si sola no podrá lograrlo nunca. Ambos sectores, el institucional y el privado, se verían beneficiados de una buena y controlada relación.