¿Quieren saber cuál es mi imagen del MOPT? La de un enorme plantel atiborrado de chunches viejos con gente sentada entre papeles esperando siempre el día de pago. No creo que difiera mucho de la del resto de la gente, pero la culpa de ello no es nuestra, sino de los Gobiernos que, desde tiempos inmemoriales, lo utilizan como cantera política.
Empero, en el actual pareciera insinuarse la posibilidad de un nuevo look merced a que, por primera vez, lo regenta una mujer, y una mujer de armas tomar, cuyo músculo y sangre joven intentarán erradicar la idea generalizada de un MOPT deprimente por la de uno decente.
A tono con ese espíritu, el MOPT ha comenzado con tal euforia vial que ojalá no sea parte del síndrome de la escoba nueva. Karla González, que me da buena espina, nos promete desde una campaña de bacheo y señalización de vías, hasta una guerra a muerte contra la muerte para reducir su nefasto saldo de víctimas sobre el pavimento, pasando por darle mayor pelota al peatón y sancionar sin tregua a los ebrios al volante. Y una sola vida humana bien vale todo ese esfuerzo.
No obstante, nos hubiera gustado también escuchar de ella el anuncio de la ejecución, con fecha definitiva, de obras tales como los pasos elevados sobre las rotondas (iguales a los de la Y Griega), nuevas rutas para drenar las arterias urbanas, la construcción de puentes en Parrita y Quepos, la continuación de la “Florencio del Castillo” hacia el oeste, la radial de Heredia, la movilización de contenedores por tren y no en furgones y la pista Ciudad Colón-Caldera, todas determinantes para desatascar el país.
Y que conste que no hablo de proyectos pegados al cielo como serían la maravilla de un “metro”, de un tren “bala” o de superautopistas una sobre la otra, sino de necesidades muy básicas largamente postergadas por una u otra excusa o, dicho en buen romance, indolencia. Entre la tramitología burocrática y el festín de fondos públicos en que se debaten por años esas obras, hemos perdido la capacidad de ilusionarnos con ellas. ¡Y pensar que una vez fuimos la tercera ciudad del mundo con alumbrado público!
Pero no. Doña Karla, que tampoco parece tener el cacao para hacer ese chocolate, nos dejó vestidos y alborotados. No dijo nada contundente sobre esa agenda de promesas aún en baño María. Pareciera, pues, que tendremos que resignarnos a un MOPT con retoques cosméticos y no a uno que, de una vez por todas, saque al país de su coma vial. Aun así, le tengo fe a ella. Por eso, Karla, como diría la canción, “seguiré tus pasos”.