Opinión

En Guardia

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Una de arena y otra de cal por la política fiscal. La intensa búsqueda de nuevos ingresos merece un aleluya. Pero la decisión de declarar a todos los empleados públicos abrazables y no despedir a nadie, aunque sobre, deja mucho que pensar. ¿Se cayó la reforma del Estado? ¿Se calló ante las abusivas convenciones colectivas? ¿Cuál suerte correrá la comisión para reducir el gasto si ya el patrón habló cuando debía callar y calló lo que debía decir?








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