Ana Maria Botey S., Rosa Vargas Calderón, William Castro V., Douglas Vega, Juan Rafael Quesada C.
La Asociación Ciudadanía Activa –organización cívica sin fines de lucro, que tiene entre sus objetivos contribuir a la valoración del patrimonio histórico, así como a la preservación de las raíces culturales del país– siente gran complacencia al observar que en el seno de la Asamblea Legislativa ha surgido la iniciativa de derogar la ley que el año pasado convirtió algunas fiestas patrias o nacionales en simples feriados.
En su momento, en artículos publicados en la prensa nacional, expresamos nuestro criterio contrario a ese cambio. En síntesis, señalábamos que las fiestas nacionales se refieren a hitos fundamentales en el desarrollo de las agrupaciones humanas conocidas como naciones. Enfatizábamos en el hecho que desde su origen esas conmemoraciones han tenido como función esencial la creación y preservación del sentimiento de pertenencia y el aprecio por las raíces y la identidad nacional. Subrayábamos que esas celebraciones debían poseer un contenido altamente pedagógico, que involucrara no solo a los escolares y colegiales, sino a toda la comunidad. Así la concibieron los próceres de la patria latinoamericana y costarricense: Sí, días feriados pero para incorporar activamente a cada comunidad en esas festividades con el fin de tejer lazos de solidaridad entre todos sus miembros y, de esta manera, fortalecer la nacionalidad.
Afirmábamos también –y recientemente numerosas voces autorizadas lo han reiterado– que con “el traslado o transferencia de los feriados”se podría estimular a un sector específico de la economía. Aparentemente no nos equivocamos, pues ciertos empresarios turísticos han reconocido públicamente haberse beneficiado con ese “traslado”. Igualmente, un minúsculo grupo de costarricenses, con suficientes ingresos o gracias a una tarjeta de crédito, han podido disfrutar de fines de semana largos. En lugar de feriados patrióticos, desde el año pasado hemos tenido simplemente días feriados, de asueto.
Ni el sesquicentenario. Es indudable que la promoción del ocio infecundo y la holgazanería pueden proporcionar créditos políticos, tal vez esa fue la razón que motivó a los diputados a que aprobaron esa descabellada transformación de las efemérides. De nada valió que enviáramos a don Abel Pacheco centenares de firmas de personas responsables que le pedían vetar esa nefasta decisión legislativa. El resultado ha sido el esperado. Con esa “transferencia de los feriados”, este año, en los actos cívicos del 11 de abril (valga la ocasión para preguntarnos si hubo realmente una celebración del sesquicentenario de la gesta heroica del 1856-1857) o del 25 de julio, los estudiantes estuvieron presentes a duras penas y su participación fue realmente deslucida. Ni que decir del resto de la población…
En conclusión, se han desvirtuado totalmente las fiestas patrias o nacionales establecidas con el propósito de preservar la memoria de hechos y procesos que han sido fundamentales en la construcción de la nacionalidad. Se ha dado un zarpazo a nuestra ya de por sí débil conciencia histórica. Todo pareciera indicar que se acerca el momento de rectificar.
¡Enhorabuena! ¡Congratulémonos por ello!