Escritor, maestro, periodista, ejemplo de civismo, ese fue don Joaquín García Monge. En un viejo diccionario enciclopédico de Uthea, podemos leer lo siguiente: “Joaquín García Monje (así, con jota), escritor y editor costarricense, nació en Desamparados en 1881. Premio Cabot de periodismo de 1944. Ha sido Secretario de Educación Pública y Director de la Biblioteca Nacional. Desde 1919 publica la revista Repertorio Americano”.
Tempranamente, era ya un personaje cuyo nombre había trascendido las fronteras patrias por sus trabajos literarios pero, sobre todo, por su labor fecunda en el Repertorio Americano, revista de obligatoria lectura para intelectuales de Latinoamérica y, en gran medida, de Europa.
Símbolo de la patria. En otra ocasión he contado la siguiente anécdota: “Hace muchos años, cuando yo estudiaba en la Universidad de Madrid, un profesor me preguntó por mi nacionalidad. Soy de Costa Rica, le contesté. Y me comentó: ‘Ah, la patria de García Monge’”.
Entonces, a nuestro país se le conocía internacionalmente, ya no tanto por militares o políticos, como por un maestro que había convertido una revista en cátedra de intelectualidad y democracia.
García Monge fue un maestro permanente, dedicado a enseñar la moral y los valores de la política. Y con su ejemplo, un modelo de civismo, inclaudicable, serenamente convencido de que los principios de la democracia había que defenderlos mediante una lucha constante.
Lo conocí cuando iniciaba mis estudios universitarios. Un compañero poeta me llevó en una ocasión a su casa, cuando me dijo sentenciosamente: “Vos tenés que conocer a don Joaquín”. Y estuvimos una tarde en su despacho, conversando y, más que todo, escuchando al maestro. En otra ocasión, y ya sin previa cita, lo fui a visitar, pero iba saliendo, cargado de paquetes, para el correo a dejar su Repertorio para todos sus amigos. Entonces lo ayudé con la carga y marché, a su paso lento, orgullosamente, hasta la oficina postal.
Refugio internacional. Después me dediqué asiduamente a leer su revista y allí me di cuenta de la inmensa labor docente, cultural, que llevaba a cabo. Se puede decir que no hubo exiliado político, perseguido de las dictaduras, que no encontrara en el Repertorio Americano refugio para su protesta, para su artículo, para su poesía.
García Monge fue ejemplo de independencia intelectual, de ciudadano y de maestro. Por eso se le reconoció mundialmente y por ello bien podría decirse, como el profesor de la Universidad de Madrid, que Costa Rica era la patria de García Monge. Pocos hombres hubo que honraran tanto a nuestro país como este gran ciudadano que fue don Joaquín.