Con gran pompa las compañías explotadoras y comercializadoras del petróleo han anunciado ganancias sin precedentes.
Por otro lado, el presidente Chávez de Venezuela se ha dado el lujo de comprarle a Rusia $3.000 millones en armamento, con dinero del pueblo venezolano procedente del petróleo, que bien pudo ser empleado para ayudar y desarrollar a las clases marginadas de ese país hermano.
Este panorama dorado para muy pocos, lo está pagando con dolor y sacrificio el resto de la humanidad, a través de las alzas arbitrarias que, sin ningún fundamento sólido, nos recetan casi a diario los países productores de petróleo.
Ya existen motores, tecnología y combustibles para enviar naves a otros planetas, ¿por qué no se han dedicado a estudiar cómo aplicar esas nuevas tecnologías a una posible sustitución del petróleo?
Pareciera que hay intereses muy oscuros y poderosos dedicados a destruir cualquier posible solución al problema energético mundial.