El proyecto de Ley de Prensa lleva 7 años en la Asamblea. En el ínterin, el país recibió una condena de la Corte Interamericana de Derechos Humanos por la sentencia contra el periodista Mauricio Herrera, otros comunicadores han sido presionados y amedrentados en el ejercicio de sus delicadas labores, un productor radiofónico fue ajusticiado y una estimable periodista profesional, Ivannia Mora, asesinada impunemente.
En medio de este desolador panorama que inserta bruscamente a Costa Rica en la lista de naciones donde peligran la libertad de expresión y de prensa, la iniciativa 15.974 aún no ve la luz aunque, entre dientes, muchos se autodenominen defensores de una prensa libre, veraz e independiente.
Desde la fracción del Partido Unión Nacional, que represento, hemos abogado porque esta ley se discuta en la Comisión Plena Tercera, que a la fecha no incluye en su agenda tema alguno. Como los diputados tenemos el sagrado deber de trabajar y defender los valores más preciados de nuestra idiosincrasia –entre los que, por supuesto, están el respeto por la libertad de opinión y el derecho de transmitir nuestras ideas y pensamientos sin coacción alguna– resulta paradójico que ante las circunstancias que rodean el ejercicio del periodismo en Costa Rica, agravadas por el fallo reciente en el caso de Ivannia Mora, existan tantos obstáculos para que la Ley de Prensa finalmente vea la luz.
Bastión democrático. Sinceramente no es posible que sigamos permitiendo que el temor influya –y en algunos casos sea determinante– en el quehacer de medios y periodistas, cuya labor fiscalizadora y divulgación oportuna de temas de interés nacional se constituye en uno de los principales bastiones de nuestro régimen demo- crático.
El presidente de la República ha declarado públicamente que convocará la Ley de Prensa al período de sesiones extraordinarias que se inicia el 1.° de diciembre. Así lo esperamos quienes hemos permanecido a la par en las luchas de los periodistas honestos y responsables, para fortalecer el ejercicio de tan digna profesión. Pero también esperamos que, conscientes de los tristes sucesos por los que guardan luto hogares costarricenses de comunicadores silenciados por las armas, se le brinde un trámite expedito al proyecto que nos permita, sin hipocresías, levantar de nuevo la bandera de los derechos y las libertades.