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Tengo un amigo que, como mucha gente, no sabía qué hacer con sus ahorros -los bancos pagan muy poco, decía con razón-, así que decidió invertirlos comprando acciones de una empresa. Se convirtió en socio de una gran empresa. "Gran cosa" -diría uno-, pero, en realidad, mi amigo es un socio minoritario de esa gran empresa; es decir: nada. Hoy no puede tocar su plata y, peor aún, no recibe un cinco por el rendimiento de su inversión. Claro es que a él -como a cualquier inversionista- le gustaría recibir algún retorno; pero los socios mayoritarios de la empresa -esos sí, sus dueños- decidieron que es mejor no repartir dividendos entre los accionistas, sino reinvertir todas las utilidades (dicen que la situación está difícil, que el flujo de caja, que el petróleo, que las necesidades de expansión, que, en fin, que mejor no repartir).








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