En el Congreso de Estados Unidos, una persona hizo la diferencia, todos los demás dijeron “no” al TLC. Se dio así la diferencia más reducida posible. Desde que esto ocurrió hace varios meses, le pusieron la puntería a Costa Rica, único de los siete países del TLC que no lo ha ratificado. ¡Costa Rica desea seguir libre e independiente! La oposición ha hecho imposible esa ratificación… Queremos ser amigos de Estados Unidos, pero no ser su propiedad.
De nada han servido las visitas de diputados y senadores del Norte a nuestro patio… de nada. Tampoco les han servido las presiones de embajadores y de otros personajes traídos, por los empujadores de allá y los vendedores de países de allá y de acá. ¿Por qué tanta presión? Porque el istmo centroamericano es de gran importancia para EE. UU. y el abrirnos una mínima proporción de sus campos no es nada a cambio de dominar los nuestros, el campo para sus inversiones, nuestro ICE, nuestro INS y los mercados de medicinas y productos agropecuarios de marca, entre muchas otras cosas, incluyendo las aguas oceánicas y territoriales.
Lógicas y simples. Entre las razones que seguimos teniendo para decir ¡no! al TLC, aparte de aquella fundamental de no querer ser un Santa Ana mexicano y sí un Mora costarricense, están las lógicas y simples: el TLC que fue aprobado por un solo voto, puede ser cambiado fácilmente según el resultado electoral de noviembre en EE. UU.
Lo lógico, lo inteligente, es llevarla suave y esperar el resultado electoral dentro de 3 meses. Ya tenemos experiencias electorales que nos dicen mucho. En Costa Rica nadie sabe “por seguro” quién sacó más votos para ser elegido presidente de la República; en México se sigue pidiendo que se cuenten bien los votos (uno por uno, dicen). En EE. UU., hace pocos años, dejaron de contar las papeletas antes de que se supiera quién había sido el candidato realmente elegido.
Cambio posible. La lógica nos debe hacer pensar en que el TLC podría ser cambiado y que a Costa Rica nada le pasará por haber esperado estos meses, lo cual ciertamente dejaría igual y sin sobresaltos la Iniciativa de la Cuenca le Caribe, y más bien haríaque seamos el medio para que se negocie un buen tratado, que logremos cambiar el TLC de manera que fuese más fácil modificarlo que variar las tablas de los Diez Mandamientos.
No soy adivino ni mago ni iluso, pero los años me han dado la paciencia para saber esperar tres meses y saber qué pasa. Para decir a los diputados de Costa Rica que no se apuren en vano, que también tengamos paciencia… decirles que un voto no es nada y que 90 días son solo los mismos que han transcurrido desde que salió don Abel y que, como sabemos, todo sigue igual, nada ha pasado. Decir a los diputados que se fijen bien, puesto que el gobierno de Bush está perdiendo apoyo y que podría resultar que los votos en el Congreso no le alcancen.