Cada 30 de agosto, desde 1851, los ramonenses son testigos de una peculiar visita: santos y vírgenes acuden desde los barrios y distritos del cantón para reunirse con el patrono de la ciudad: san Ramón Nonato.
Para mañana se prevé que sean 47 imágenes las participantes en esta tradición que, lejos de declinar, se mantiene vigorosa.
La “entrada de los santos” constituye mucho más que una actividad católica y una expresión de religiosidad popular.
Representa también una manifestación de cultura popular, que hunde sus raíces en la misma fundación de una comunidad que surgió en el siglo XIX conforme la necesidad de tierra y de subsistencia obligó a muchos compatriotas a internarse en tierras desconocidas para abrir la frontera agrícola.
Por lo tanto, la supervivencia de esa tradición va muy unida con el proceso de creación y mantenimiento de la identidad del pueblo ramonense.
Consecuentemente, la vigencia de la “entrada de los santos” expone la adhesión de una colectividad a un conjunto de valores, creencias y expectativas que contribuyen a forjar un sentido de pertenencia y de comunidad.
Son estos hilos comunes los que ayudan a darle cohesión a un pueblo y a otorgarle particularidades que lo diferencian de otros, sin que estas impidan ser parte de una comunidad mayor, en este caso la costarricense.
En nuestro país aún subsisten tradiciones que brotaron de esos pequeños mundos (barrios, poblados, ciudades, etc.) y han logrado sortear el paso de los años y el esnobismo de ciertos pedantes.
Esos aportes culturales los vemos manifestarse –entre otros– en el Baile de la yegüita, en Nicoya; la Danza de los diablitos, en Buenos Aires, Puntarenas, y, por supuesto, la romería y la pasada de La Negrita, ambas en Cartago.
Los estudiosos de la historia social, cultural y de las mentalidades colectivas, y en general los científicos sociales, tienen en esas expresiones una gran veta de investigación.
Mañana, los habitantes de San Ramón tendrán la oportunidad de reafirmar un componente importante de su acervo.
Ojalá continúen orgullosos de ese desfile de santos cada 30 de agosto y no permitan que la indiferencia, el pachuquismo y vicios como el alcohol y las drogas distorsionen el verdadero sentido de esa tradición.
Buena por los santos.