¡Yo no olvido al año viejo...!
Se fue el 2003, pero quedan sus recuerdos. Recopilo algunas ideas lingüísticas plasmadas en mis 52 Tribunas del año viejo.
La Ortografía de las academias de 1999 establece literalmente: “Se escribe con mayúscula el nombre que acompaña a los nombres propios, cuando forma parte del topónimo”. Según eso debe escribirse, por ejemplo, Mar Mediterráneo si mar forma parte del topónimo, y mar Mediterráneo si mar no forma parte del topónimo. Pero ¿cómo diantres saber –en la mayoría de los casos– si el nombre del accidente geográfico ( océano, mar, lago, cordillera, río, golfo, cabo, isla ...) forma parte del topónimo. ¿Será preciso que el redactor deba hacer una reflexión cuasiontológica cada vez que tenga que escribir un nombre geográfico?
Un día de estos una buena amiga y colega me cuenta que descubrió en el nuevo DRAE un costarriqueñismo que ella, filóloga y nacida en la Suiza centroamericana, nunca antes había oído. Se trata del verbo acupear , que, según el citado léxico, es transitivo, se usa exclusivamente en Costa Rica y significa defender, respaldar … ¿Cuál verbo acupear ? ¡ Acuerpar... acuerpar era el vocablo correcto! Alguien de la Academia tica “embarcó” al DRAE cuando, al hacer la lista de costarriqueñismos, incurrió en una errata, lapsus, dedazo, desliz o gazapo, y escribió acupear por acuerpar ...
Y ahora, ¿quién podrá “acupearnos”?
Amor frente a odio : los dos polos del imán que ha movido la historia entre la sublimidad y la miseria.
¿No cree usted, don Alberto, que ya es hora de mostrarles la tarjeta roja –ahora que eso está de moda– a los académicos que fraguaron semejante desaguisado?
Algún genio –no todos los genios están encerrados en botellas, siempre hay uno o dos por ahí sueltos– inventó ese sistema increíble de la arroba (@) andrógina, es decir, dar al signo de la arroba (@) un carácter bigenérico simultáneo: o/a, macho/hembra, él/ella, hombre/mujer…
Por supuesto el DRAE del 2001 hace lo más cómodo: ponga la tilde si quiere; no la ponga si no quiere. Guion o guión , truhan o truhán , pion o pión , ion o ión... No hay manera de equivocarse: haga lo que su corazón le susurre...
¿Por qué –¡oh santo cielo!– en el imperativo del verbo ir (sí, he dicho ir, ir, ir ) en la segunda persona voseante aparece un increíble, inverosímil, absurdo, fabuloso, ilógico, inconcebible, irracional, incoherente, descabellado, insensato, disparatado e inadmisible andá (vos). ¿Qué clase de dislate, despropósito, desatino, contrasentido, desvarío o insania es exhibir en el paradigma de la conjugación del verbo ir una forma de otro verbo, andar , por mucho que sus contenidos semánticos sean similares?