La creciente apatía electoral, más evidente en las provincias de menor desarrollo, es claro reflejo de una ciudadanía que se percibe a sí misma cada vez menos representada por sus "representantes" y desplazada de la toma de decisiones.
El primer año de una nueva administración es la época propicia para que el Tribunal Supremo de Elecciones (TSE) y la Asamblea Legislativa estructuren cambios que promuevan una mayor participación de los electores. La creación de 57 distritos electorales con distribución poblacional (cada 70.000 habitantes) y proximidad geográfica, establecería una representación proporcional adecuada para todas las regiones del país.
San José tendría 21 distritos electorales. Pavas sería un distrito electoral, igual que los Hatillos; Mora, Puriscal, Turrubares y Acosta podrían constituir otro distrito. Alajuela tendría 11, Puntarenas, 5 y así el resto. Cada distrito electoral elegiría un diputado; los partidos políticos en sus respectivas asambleas nacionales podrían nominar "hasta" 4 aspirantes (2 hombres y 2 mujeres) por cada distrito, pero el votante solo puede marcar un nombre. El diputado electo sería la persona que más votos reciba en cada distrito, sin los cuestionados cocientes y subcocientes. Este cambio promueve una cultura de rendición de cuentas entre electores y postulantes, así como una mejor selección de los candidatos por parte de los partidos políticos. Si en realidad deseamos que el pueblo vuelva a las urnas, hagamos reformas de trascendencia en este cuatrienio. El TSE tiene la palabra.
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