Me pregunto qué será lo que piensan ustedes de mí si les digo que soy joven. Creerán que soy rebelde, irresponsable, imprudente; que mis intereses se limitan a la moda, el amorío, el plan para el fin de semana; que no sé de lo que hablo, y no vale la pena ponerme atención por los próximos 5 ó 10 años. ¿Creen que soy “mantequilla”? ¿Ciudadana sin voz y desperdicio de voto?
Y qué si les digo que sí me interesa. Yo soy la voz de la juventud costarricense, ferozmente costarricense, con hambre de héroes y antojo de razones para querer más a la patria. Leemos las noticias, y buscamos opiniones propias. Lloramos con la Sele, boicoteamos Miss Universo (cuando la tica quedó eliminada), celebramos cada voto en las manos de Miguel Ángel. Soñamos con la Costa Rica de antaño, envidiamos de las generaciones mayores el haber vivido en una época cuando este pequeño país era verdaderamente grande, causa de orgullo.
Voto sin dueño. Costa Rica todavía puede ser causa de orgullo, y es mi tarea, la de mi generación, hacer de este ideal una realidad. Pero, irónicamente, hoy mi voto no tiene dueño porque siento que nadie se lo está peleando.
Mi generación disfruta los logros de décadas de inversión en la educación; muchos tenemos excelente formación universitaria. Sabemos de política y de economía, sabemos leer los indicadores financieros, entendemos los pro y los contras de un TLC. Tenemos deseos de mejorar, avanzar, crecer, ganar, forjar el mejor futuro posible. Somos profesionales, la generación Intel, Sykes y Procter & Gamble.
Somos el futuro y, como tal, no me debería dar miedo admitir mi edad en un foro tan público como este, correr el riesgo de ser descartada.
Oigan a sus hijos. Se darán cuenta de que tenemos moral, consciencia, sentido común, y sufrimos tambi´én todos los cuestionamientos internos que ustedes tuvieron antes de elegir su línea ideológica. Me pregunto a diario si la decisión final del qué creer va a silenciar esa voz dentro de mí… Y a diario espero que nunca suceda, que a nadie le suceda.
No queremos que nos digan lo que es correcto, queremos que lo prueben. Y de no ser posible, que tengan las agallas y la conciencia clara para sincerarse y permitirnos decidir por cuenta propia. No queremos votar solo por una línea ideológica, sino por personas merecedoras de nuestro apoyo y confianza.
Queremos que se ganen nuestro voto. Queremos forjar una decisión rotunda, queremos celebrarla. Queremos ser parte de nuestra democracia, gobierno y decisiones, sin titubeos ni secretos, sin votar por el que vote la familia, sin apoyar al menos peor.
Soy la juventud costarricense. Los invito a que me tomen en cuenta. Los reto a que se ganen mi voto.