Me ha sorprendido sobremanera el artículo “El chorizo italiano” de don Rafael Ángel Chinchilla, distinguido excontralor. El artículo se ensaña contra el convenio suscrito entre los gobiernos de Italia y Costa Rica, para hacer efectivo el arbitraje que, a fines de la administración Figueres Olsen, perdió Costa Rica. Dicho arbitraje se centra específicamente en el problema del dique seco, que data del gobierno de don Luis Alberto Monge y por ser el manejo del asunto muy conocido, no lo entro a tratar.
Lo que sí es importante es que ni la opinión pública ni los diputados pierdan la perspectiva correcta al tratar el tema. Por un lado, está el evidente mal manejo del proceso de consolidación de la cooperación oficial ofrecida por parte del Gobierno italiano al Gobierno costarricense para construir y poner en operación un dique seco en Costa Rica. Si hay dolo por la parte costarricense, los diputados deben promover la forma de enjuiciar, para que se declare inocente o se castigue a quien así lo merece; el dolo por la parte italiana, si lo hay, es asunto de los italianos y no algo que competa a los costarricenses juzgar.
Opiniones escabrosas. Es más, es muy serio lo que está sucediendo con estos artículos como el don Rafael y otros, así como de algunas opiniones vertidas al respecto, en las que se trata a un país como la República Italiana, léase bien, la República Italiana, como si fuera una “republiqueta” de tercer orden y una guarida de pillos. Estas opiniones no solo ponen en aprietos a la diplomacia costarricense, sino que ofenden a los ciudadanos italianos y a los miles de costarricenses por cuyas venas orgullosamente corre sangre italiana, que incluye a personas distinguidísimas que han contribuido al desarrollo del país y por lo menos a uno de los diputados actuales, que espero “saque pecho”, como corresponde en este caso.
Por el otro lado, hubo un arbitraje internacional al que Costa Rica acudió soberanamente y, como se sabe, en el derecho internacional los arbitrajes se cumplen, aunque duela cuando se pierde, tal y como el eminente jurista Dr. Fabián Volio lo ha venido manifestando con plena propiedad. Esto es lapidario y hay que cumplirlo, independientemente de que para el caso las condiciones de cumplimiento negociadas con Italia son casi inmejorables: 6 años de gracias y 17 para pagar, al 1% de interés. Volver a negociar términos tan blandos, sería una vergüenza para un país del nivel, con las credenciales y las aspiraciones, de Costa Rica. Por favor, señores diputados, no nos lleven a ese nivel; hagan juzgar a quienes haya que juzgar, pero no nos hagamos el daño de incumplir un arbitraje internacional al que soberanamente fuimos.
Cooperación, no ayuda. Cierto es que este país ya no requiere de la ayuda internacional para salir avante; es más Costa Rica no recibe ayuda; recibe y otorga cooperación, que es otro concepto. En el período 2003-2004, se recibió o quedó en el “ducto financiero” cooperación técnica no reembolsable y financiera reembolsable y no reembolsable por más de $600 millones, cooperación que en gran parte requiere del concurso del Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto, uno de los más prestigiosos entre los países chicos, que aunque “no ve prácticamente nada” de la cooperación en cuya promoción y negociación participa, desempeña un papel vital en ese proceso, para lo que tiene la bien diseñada estrategia que implementa. Lo mismo sucede con la cooperación que el país otorga, por medio en muchos casos, de extraordinariamente calificadas entidades no gubernamentales, que el mencionado ministerio promueve.
Evidentemente, la cooperación italiana no es necesaria para el país; pero que es deseable lo es, pues siempre que haya recursos concesionales y sin condiciones extraordinarias conviene tomarlos dentro del marco que establece la capacidad de endeudamiento. Además, en el caso particular de Italia, ignorar su capacidad financiera y técnica multisectorial y multidimensional es un error estratégico de marca mayor, como lo es también el tener un “manchón” en las relaciones con uno de los países más importantes y fuertes en lo económico del mundo, así como más cercanos al corazón de Costa Rica.