Costa Rica se ha distinguido en Latinoamérica por sus logros económicos y sociales, pero hace rato no avanzamos. La producción crece poco, el desempleo es elevado y la pobreza está estancada. Encima, la sombra del problema fiscal amenaza con romper la estabilidad financiera.
Sabemos que tenemos que hacer cambios, pero nos es muy difícil ponernos de acuerdo en el cómo hacerlos. Existe una gran desconfianza entre todos. Prevalece el pensamiento que quien llega a ser exitoso es casi seguro que lo hizo robándole a otro. Por eso hemos construido una complicada institucionalidad, basada en controles excesivos. La Contraloría, la Defensoría, la Sala IV, el Tribunal Ambiental, entre otros, deciden qué se hace y qué no. De ahí que cueste tanto hacer cualquier cosa, sea en el sector privado o en el público.
En la búsqueda de soluciones, es difícil lograr acuerdos. Las partes tienden a exagerar los argumentos, tanto a su favor como en contra del otro bando. Basta con recordar el referéndum por el TLC: no es cierto que hoy todos andemos en BMW, ni que los gringos se hayan llevado todos nuestros recursos naturales. Unas minorías bloquean la voluntad de las mayorías, por medio de prácticas obstruccionistas en la Asamblea Legislativa. Otras minorías, a través de la “democracia de la calle”, obtienen privilegios, a costa del resto de la población.
Eamon Gilmore, ex vice primer ministro de Irlanda, vino esta semana a Costa Rica a contarnos cómo un país muy similar al nuestro logró pasar de ser la Cenicienta de Europa a ser el tigre celta. Lo hicieron sentando en la mesa de negociación a trabajadores, empresarios, gobierno y otros actores de la “sociedad civil”. Llegaron a un gran acuerdo nacional, con el objetivo de hacer que Irlanda creciera rápido, y con ello crear fuentes de trabajo y riqueza para todos.
La base de discusión fue un análisis, compartido entre todas las partes, de los retos que enfrentaba la economía y de las políticas adecuadas para resolver cada problema. Se basaba en entender que nada es gratis. Que si se quiere repartir riqueza, primero hay que crearla. Y que para lograr eso, el mejor medio es la apertura de la economía y mejorando la calidad de la educación.
Esperamos que la recién aprobada reforma que limita los abusos en las pensiones, gracias a un pacto entre todos los diputados nacionales, sea un primer paso en la dirección de lograr más y mejores acuerdos para desentrabar este país.