Esto no se puede quedar así de dudoso. Ya urge una investigación judicial y política del manejo de pulpería del servicio exterior, donde cualquier mafioso se lleva un nombramiento o un pasaporte diplomático.
¿Cómo es que el 22 de diciembre de 1993 el exvicecanciller liberacionista Carlos Rivera Bianchini recomienda a un mafioso ruso como cónsul honorario de Costa Rica en Moscú y una servil Cancillería, manejada por el partido de oposición, le da el visto bueno 24 horas después? ¿Era acaso un regalo de Navidad?
Y más dudas. ¿Dónde estuvo la profesionalización del servicio exterior con la que presumían el expresidente de la República e impulsor del instituto de capacitación diplomática, Rafael Angel Calderón Fournier, y su canciller, Bernd Niehaus? Tanto que hablaron por la prensa de sus buenos proyectos y acciones -muchas veces yo fui el reportero que hizo las notas- y ahora otra realidad queda al desnudo.
Por favor, esta burla no se puede quedar así. Hubo muchos estudiantes honestos que, tras arduas horas de estudio en ese instituto diplomático, quedaron fuera por razones politiqueras, mientras mafiosos como el ruso Serguei Mikhailov y el prófugo italiano Luigi Ardino ocuparon puestos por "cortesías" del Gobierno con políticos del Partido Liberación Nacional.
Y lo que es peor, también hay diplomáticos muy controversiales. Es el caso de Félix Przedborski, funcionario ad honórem en Bélgica, quien se ha visto envuelto en escándalos en Europa y sigue allí, en su puesto. Obviamente, tiene el apoyo de los exmandatarios Calderón Fournier y Luis Alberto Monge Alvarez; posee la confianza del gobernante José María Figueres y el canciller Fernando Naranjo. Es decir, es un hombre de amigos en los dos bandos políticos de este país.
Pero la actual confusión, las denuncias sobre casos de rusos, italianos, belgas, austriacos y más obligan a investigar cómo y por quién llegaron tan alto en un servicio exterior tan pequeño y pobre.