La mejor política social es generar empleos de calidad con salarios crecientes, senda de la que nos alejamos cada día más debido a un entorno macroeconómico adverso, desaceleración de la economía, pérdida de competitividad y señales ambivalentes que minan la confianza.
No es fruto de la casualidad que diversos estudios reafirmen el desempleo como uno de los temas prioritarios del 2015. Según la última entrega de la Encuesta Sociopolítica de noviembre del 2014 (Centro de Investigación y Estudios Políticos, y Escuela de Ciencias Políticas), el 20,9% de los entrevistados señalaron el desempleo como el problema más grave del país.
Contamos con un apremiante nivel de desempleo del 10%, según lo señala la Encuesta Continua de Empleo (tercer trimestre), situación que no mejoró en relación con el mismo trimestre del año pasado, y podría deteriorarse ante el negativo clima de negocios.
Diversos estudios como el Índice de Confianza del Sector Comercial (Cámara de Comercio), la Encuesta Trimestral sobre Opinión de Empresarios (Instituto de Investigaciones Económicas de la Universidad de Costa Rica), Pulso Empresarial (Unión de Cámaras Empresariales) y la firma Manpower evidencian, en el mejor de los casos, a un sector privado que, entre un 61% y un 79%, no hará nuevas contrataciones en los próximos meses.
A nivel social, el tema resulta aún más relevante, pues, en ciclos de menor crecimiento, los jóvenes y mujeres resultan los más afectados por el desempleo y subempleo (XX Informe del Estado de la Nación). Vale recordar que, actualmente, el 36% de los hogares son jefeados por mujeres y que estos representan el 40% de los hogares pobres y el 43% de las familias en pobreza extrema.
Para generar los empleos en la cantidad y calidad necesarios, se requiere más crecimiento que solo se logrará si el Gobierno comprende el error de generar señales ambivalentes e incertidumbre como la aprobación de un presupuesto que abulta el déficit fiscal, el levantamiento del veto al Código Procesal Laboral o el mantener los topes a la generación privada de energía.
El país necesita claridad de rumbo y toma de acciones en temas cruciales e impostergables –como la contención del gasto, y la mejora en la recaudación, infraestructura y energía–, en un conciliador y constructivo espíritu de colaboración público-privada, indispensable para el crecimiento, la generación de empleo y el mayor bienestar social.