Hillary Rodham Clinton tiene ya los votos para ser la candidata del partido demócrata, un hito histórico, pues Estados Unidos nunca había contado con una mujer candidata por un partido mayoritario y, además, con posibilidades reales de ser elegida presidenta.
Para dimensionar la magnitud de lo logrado, vale recordar que Estados Unidos, referente e inspirador democrático en el mundo, no ha tenido una mujer ocupando siquiera la vicepresidencia, y en este momento tan solo 6 de las 50 gobernaciones y 20 de los 100 puestos del Senado están ocupados por mujeres.
El género es tan solo una arista en esta increíble hazaña. La candidatura de Hillary personifica uno de los “regresos” políticos más asombrosos en las últimas décadas. Luego de perder la convención en el 2008, se asegura la nominación ocho años después. Su hazaña solo tiene paralelo en Richard Nixon, quien luego de perder la elección de 1960, ganó la nominación republicana y la presidencia en 1968.
Si algo ha demostrado Hillary a lo largo de su vida es carácter, una férrea disciplina, una asombrosa capacidad para reinventarse y reponerse frente a la adversidad. Lo demostró como primera dama, al ser elegida senadora por un Estado en el que nunca había vivido y constituirse en uno de los senadores más respetados; además, al aceptar la Secretaría de Estado tras perder una convención que le deparó cruentos ataques, humillaciones y muy dolorosas traiciones.
No hay mucho tiempo para celebrar. Próximo a cerrarse el capítulo de las primarias, y con un excelente desempeño el pasado martes, en especial en California, la vía se aclara para la batalla definitiva: la campaña presidencial.
Se trata de una nueva contienda, donde las encuestas del voto nominal dan un empate técnico con una estrecha diferencia a favor a Clinton. Más halagüeño y positivo se presenta el escenario proyectado del Colegio Electoral en donde Hillary, en el momento de escribir esta columna, tenía 30 votos electorales más, empero, aún insuficientes para el mágico 270.
Abona a una coyuntura electoral favorable la mejora creciente de la imagen del presidente Obama, la disminución del desempleo a un histórico 4,7% y las perspectivas de crecimiento económico. Esto no invita a ser triunfalistas y tampoco conformistas, pues nadie mejor que los Clinton para saber que en política cuatro meses es mucho tiempo y la única victoria segura es la que ya se ganó.
Nuria Marín Raventós es licenciada en Derecho por la Universidad de Costa Rica y máster en Artes Liberales por Harvard University. Es cofundadora y vicepresidenta del grupo empresarial Álvarez y Marín Corporación.