La administración Solís, en su desesperación por culpar del déficit fiscal a otro factor que no sea el desaforado gasto público, ha encontrado un nuevo chivo expiatorio: los tratados de libre comercio. Según el ministro de Hacienda, Helio Fallas, los ingresos tributarios perdidos por la desgravación arancelaria de los TLC nunca se recuperaron y eso explica casi la mitad del actual faltante de recursos del Gobierno central, proyectado este año en un 5,7% del PIB.
Fallas dice que en 1974 los ingresos por aranceles equivalían al 3,5% del PIB y que, a raíz de los tratados de libre comercio, “han venido bajando, en caída libre” hasta un 1%. Extraña que el jerarca escoja 1974 como referencia cuando el primer TLC no entró en vigor hasta 21 años después. Lo correcto es utilizar 1994 como punto de comparación.
Según datos de Hacienda, ese año los ingresos por impuestos sobre importaciones representaban el 2,25% del PIB. A partir de 1995 dicho rubro disminuyó paulatinamente hasta 1999, cuando llegó al 0,84%. Desde entonces, lo recaudado por aranceles fluctuó relativamente poco, con una pequeña nueva baja a partir del 2009, y llegó a 0,63% en el 2014. De tal forma, la caída de los ingresos ha sido de 1,62 puntos porcentuales del PIB.
Es falso que estos recursos nunca se recuperaran. En 1994 los ingresos tributarios totales del Gobierno central equivalían al 11,6% del PIB y el año pasado fueron un 13,2%. Lo que se perdió por aranceles se compensó –y aumentó– con otros impuestos. El Gobierno recauda hoy más que antes de los TLC.
Tampoco puede responsabilizarse mayormente a estos acuerdos por la caída en los ingresos por aranceles. Después de México en 1995, los siguientes tratados no entraron en vigor hasta el 2002 (Chile y Canadá), cuando los impuestos sobre las importaciones ya representaban solo el 0,83% del PIB. Difícilmente, el TLC con México, de donde procede apenas un 6% de las importaciones, explique por sí solo la disminución.
Mas, probablemente, esta se deba a la desgravación en el marco de los acuerdos de la Organización Mundial del Comercio, a los cuales nos incorporamos en diciembre de 1994. Y el señalamiento de Fallas no iba dirigido a la OMC, sino a los TLC específicamente.
Dice don Helio que se le cae la cara de vergüenza cuando tiene que explicar la situación fiscal a los organismos internacionales. Vergüenza debería sentir al hacer afirmaciones sin sustento, con la sola intención de darle mala fama a los TLC.
(*) Juan Carlos Hidalgo es analista sobre América Latina en el Cato Institute con sede en Washington. Cuenta con un BA en Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional y una maestría en Comercio y Política Pública Internacional del George Mason University.