Nos quejamos mucho de que Costa Rica es un país caro. La gran cantidad de mercados con poca o nula competencia es una de las causas de ello.
La OCDE nos advierte, en un informe reciente, que al menos 25 sectores económicos tienen características de monopolio. Muchos son empresas estatales. Otros provienen de licencias otorgadas por el Estado. También los hay formados a través de regulaciones para proteger a ciertos grupos (como los colegios profesionales y corporaciones de productores). Todos, de alguna forma u otra, originados por la intervención del Estado.
No mencionan el sector cemento. Pero en realidad el caso del cemento chino es otra demostración de cómo la intervención del Estado suele convertirse en un instrumento de creación de rentas monopólicas para unos pocos.
Un reglamento, impuesto hace años por el MEIC, restringía la libre importación de cemento. Esta administración quiso actuar en la dirección correcta, corrigiendo el mencionado reglamento, y con ello permitir un mayor grado de competencia en el sector.
Pero, a sabiendas de lo complicado que es abrir un negocio nuevo en este país, el gobierno decidió interceder a favor de un empresario. El “Gran Jefe”, los ministerios de Hacienda y de Economía, las juntas directivas y las administraciones de varios bancos estatales, más varios diputados “amigos”, todos ayudaron para facilitarle al empresario que se abriera camino en el negocio de la importación de cemento. Para ello, modificaron reglamentos, otorgaron préstamos de manera ágil y con condiciones blandas, aligeraron procesos que a cualquier mortal le habrían tomado meses, y quién sabe cuántas otras ayuditas más.
La potestad dada al gobierno para permitir o dificultar hacer negocios, a través de leyes, reglamentos o decisiones de funcionarios, da pie para que grupos de interés busquen la manera de presionar por políticas favorables a ellos. Al bloquear, o al menos retardar, la entrada de competidores a su mercado, los miembros de ese grupo pueden cobrar un precio más alto por su producto. La jugosa ganancia obtenida a través de ello es llamada renta monopolística.
Los problemas de altos precios en Costa Rica tienen mucho que ver con esas estructuras monopólicas. Unos pocos –empresarios, profesionales y empleados de empresas estatales– se aprovechan del sistema para cobrar caro por sus productos, y con ello capturar grandes rentas a su favor.