Los nuevos controles para viajar a y en Europa son un claro indicio del recrudecimiento de la preocupación por la seguridad tras los recientes actos terroristas, y cómo el establecimiento del perfil criminal de los operadores del terror y la búsqueda de herramientas contra el yihadismo se han tornado vitales. Esto es totalmente entendible en un continente que ha visto interrumpida su tranquilidad.
Se necesita acceder a más información, de ahí la reciente decisión del Parlamento Europeo de exigir a las aerolíneas 19 datos de sus pasajeros. La preocupación permeó también a los estadounidenses que exigen de los europeos más datos que hace dos años para obtener la ESTA (siglas en inglés del Sistema Electrónico para la Autorización de Viajes).
Y no es para menos. En 24 meses, las calles de París se han teñido de sangre, luego de los ataques en enero del 2015 al medio Charlie Hebdo y los del 13 de noviembre pasado llevados a cabo en diferentes sitios de esta capital que cobraron la vida de más de 100 personas y dejaron heridas a otras tantas.
En Bélgica, ocurrió el ataque al Museo Judío y, luego de la detención de Salah Abdeslam (autor intelectual de los atentados de París), otros coordinados en centros neurálgicos, como el aeropuerto internacional y una céntrica estación del metro.
El 22 de marzo quedaron al descubierto las brechas en la seguridad belga y la vulnerabilidad de las instituciones comunitarias europeas, cuya sede se encuentra a pocos metros de donde ocurrieron los atentados. Esto reafirma el acierto de la reciente creación del Centro Europeo contra el Terrorismo.
Esto sucede en momentos retadores para Europa: bajo crecimiento económico y alto desempleo –el juvenil es el más crítico–, recrudecimiento de focos xenofóbicos, intolerancia y crecientes flujos migratorios.
Otro tema sensible es el número de jóvenes europeos que se han radicalizado y se han unido a organizaciones como el Estado Islámico, que cuando retornan a sus países de origen se constituyen en verdadero reto para las autoridades de inteligencia. Los responsables de los ataques belgas son un ejemplo.
La proliferación de grupos extremistas es una realidad que demandará mejores instrumentos de inteligencia y comunicación, mayor voluntad de los países de compartir información y más exigentes controles de flujos financieros. El combate del terrorismo es un desafío global, y como tal requerirá de compromiso, cooperación y acción conjunta de las naciones.
Nuria Marín Raventós es licenciada en Derecho por la Universidad de Costa Rica y máster en Artes Liberales por Harvard University. Es cofundadora y vicepresidenta del grupo empresarial Álvarez y Marín Corporación.