La inconfundible voz de Celia Cruz, fallecida en el 2003 a los 77 años, brilla en una canción protesta estrenada en febrero del 2021 por un grupo de jóvenes músicos que nunca conocieron a la cantante. Patria y vida, construida a partir del contraste con el “Patria o muerte”, repetido durante décadas por la Revolución cubana, es una feroz crítica de ese proceso.
Cruz, exiliada desde mediados de 1960, a escasos 18 meses de la toma del poder por Fidel Castro, nunca ocultó su rechazo al régimen cubano. Su involuntaria participación en la protesta de una nueva generación de disidentes está lejos de traicionar las convicciones tantas veces expresadas en vida.
Pero una protesta de signo radicalmente opuesto, como la de Silvio Rodríguez, impensable en boca de la célebre artista, también podría hacer uso de su voz a dos décadas de su fallecimiento. En ese caso, la inteligencia artificial, en lugar de agraciar una expresión artística, sería instrumento de una falsificación de la historia.
Los riesgos de la inteligencia artificial se proyectan sobre el presente, el pasado y el futuro. Pueden ayudar a moldearlos en formas insospechadas y dañinas para el tejido social, los procesos políticos y la confianza requerida por la vida en democracia.
El jueves, el secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), António Guterres, pidió a los participantes en la primera cumbre sobre la nueva tecnología una respuesta “unificada, sostenible y global” a los riesgos advertidos, inicialmente, por muchos de sus creadores, comenzando por Geoffrey Hinton, pionero del desarrollo de la inteligencia artificial, al punto de ser reconocido por muchos como su padre o, cuando menos, padrino.
Costa Rica ya comienza a experimentar los peores usos de la nueva tecnología para alterar el discurso público. Con riesgo para la salud, un connotado galeno recomienda, sin saberlo, una droga milagrosa y una modelo aparece completamente desnuda sin haber posado en esas condiciones. Son meros ensayos de las distorsiones que podemos esperar en los procesos electorales y, en general, en la vida pública.
Un mundo donde no siempre se puede confiar en la mismísima Celia Cruz cuando invita a gozar del azúcar es terreno fértil para no creer en nada y creer en todo. Cada uno de esos extremos es tan dañino como el otro, y la inteligencia artificial contribuirá a transitar entre ellos como lo han venido haciendo las redes sociales, con métodos por comparación rudimentarios.
Laboró en la revista Rumbo, La Nación y Al Día, del cual fue director cinco años. Regresó a La Nación en el 2002 para ocupar la jefatura de redacción. En el 2014 asumió la Edición General de GN Medios y la Dirección de La Nación. Abogado de la Universidad de Costa Rica y Máster en Periodismo por la Universidad de Columbia, en Nueva York.
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