La transparencia va por senderos opuestos en la Asamblea Legislativa y la Casa Presidencial. En la primera, 43 diputados optaron por proscribir el secretismo con el cual designaban magistrados, contralores de la República y defensores de los habitantes. Fue una decisión histórica, pues a lo largo de muchas décadas los legisladores se opusieron a elegirlos de cara al público.
No es de extrañar que los únicos ocho votos en contra provinieron de cinco legisladores de Liberación Nacional (PLN) y tres de la Unidad Social Cristiana (PUSC), partidos que, precisamente, van camino al cementerio a causa de políticos y estructuras internas intolerantes a los crecientes reclamos de los electores por un actuar sobre la mesa y bajo reflectores.
La Casa Presidencial va por ese rumbo. Aunque el 24 de marzo, en campaña, el entonces candidato Rodrigo Chaves prometió hacer públicas las sesiones del Consejo de Gobierno, hoy, 108 días de mando después, no son públicas y más bien cayeron en el secreto.
Con su coletilla “viéndolos a los ojos y sin recovecos”, Chaves ofreció hacerlas públicas. “Yo no tengo que andar hablando cositas en secreto con mi equipo, como hacen otros”, afirmó. Pero resulta que el señor mandatario está en deuda y ni siquiera les llega a esos “otros”.
La transparencia en las actas es vital no solo para la democracia, la rendición de cuentas y el acceso a la información, sino también para conocer el estado de situación de las instituciones. Casi todos los presidentes anteriores lo entendieron así y, por eso, sus actas son más que cristalinas, si se comparan con las de este gobierno. De hecho, gracias a las actas de la administración anterior fue que el país conoció el mal estado financiero de la Fábrica Nacional de Licores.
Sin duda, el secretismo en la presidencia crea la necesidad de que el señor presidente de la República sea transparente con el país y aclare, de una vez, si honrará su palabra de campaña o si continuarán “las cositas en secreto” que tanto criticó como candidato.
Ingresó a La Nación en 1986. En 1990 pasó a coordinar la sección Nacionales y en 1995 asumió una jefatura de información; desde 2010 es jefe de Redacción. Estudió en la UCR; en la U Latina obtuvo el bachillerato y en la Universidad de Barcelona, España, una maestría en Periodismo.
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