Un coro celestial denuncia a una “perniciosa ideología” que se cuela, por todos lados, en las instituciones, las políticas públicas y las escuelas: la ideología de género. ¿Qué monstruo es?
Un fantasma recorre... América Latina: la ideología de género (al lector avispado no se le escapará la paráfrasis). En efecto, un coro celestial denuncia a una perniciosa ideología que se cuela, por todos lados, en las instituciones, las políticas públicas y las escuelas: sectores de la Iglesia católica, un archipiélago de iglesias evangélicas, fundaciones, políticos ávidos por crear bases de apoyo, padres y madres de familia. Son los neoindignados, solo que con tinte conservador.
¿Qué es esta ideología de género, el gran enemigo de la gente decente que amenaza la moral, la familia y la misma vida humana como la conocemos?
Más que un concepto preciso, es un grito de furia contra una amplísima variedad de cosas muy distintas: el aborto, la píldora del día después, los derechos de los gais, lesbianas, travestis, queers, las relaciones abiertas, las familias no convencionales, la adopción de niños por parejas homosexuales, la educación sexual en el sistema educativo público (si no es la aprobada por las Iglesias), para citar algunas cosas.
Quienes denuncian esta ideología repudian la distinción entre el sexo (genéticamente dado) y el género (socialmente construido). Rechazan la idea de que, a lo largo de la historia, ha variado lo que se piensa que un hombre y una mujer deben ser y hacer, y la proposición de que puede haber más de dos géneros. La pelea contra la ideología de género es, pues, una defensa a ultranza de los valores de la familia tradicional.
Lo dijo clarito Leonardo Garnier, exministro de Educación Pública: la ideología de género como tal no existe. Es una herramienta para movilizar a una masa social y obtener suficiente fuerza para darles un giro conservador al clima político y las políticas públicas. Lo único en común que tienen las muy distintas cosas acusadas es que no se conforman con los valores y prácticas conservadoras. Nada más.
Lamento mucho este despliegue de intolerancia. Pregunto a los denunciantes de la ideología de género: ¿Qué hacer con los promotores de la indecencia: aislarlos, reeducarlos o qué? ¿Y quién dice lo que es, o no es, esta ideología? ¿Quién debe ejercer la censura?
Una democracia es un ejercicio de libertad y tolerancia dentro del marco de la ley democráticamente formulada. Es incómoda. Por eso, hablémonos, pero no demonicemos a quienes nos disgustan. Ello vale para los neoindignados y para todos nosotros.
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