El Fondo Monetario Internacional (FMI) acaba de publicar sus nuevas proyecciones de la economía mundial para el período 2014-2015. Hay buenas noticias en cuanto al crecimiento esperado de la producción, comercio e inflación, pero también identifica algunos riesgos y formula recomendaciones que conviene analizar. Menester es recordar que la economía costarricense está altamente influida por la economía internacional.
Crecimiento. El informe parte de una pregunta fundamental: ¿Está creciendo la marea productiva? Lo plantea como una interrogante porque, si bien la respuesta va más por el lado afirmativo, siempre hay riesgos que podrían hacerla abortar. Las proyecciones del PIB global van al alza. Para el 2014, se prevé un incremento leve con respecto al año anterior, para alcanzar un 3,7% en términos reales, y una mejoría adicional para el 2015 (3,9%), también en términos reales. Pero, a diferencia de años anteriores cuando el incremento de la economía mundial dependía de los motores de los países emergentes y en desarrollo, en esta ocasión el impulso vendrá por la reactivación de los países desarrollados que, en conjunto, crecerán 2,2% y 2,3% en el 2014 y el 2015, respectivamente, casi el doble de lo que crecieron en los dos años precedentes.
Una buena parte de la expansión en esos países estará ligada a la producción industrial (mayor consumo e inversión, incluyendo reposición de inventarios), influida por las políticas monetaria y fiscal expansivas luego de compromiso entre republicanos y demócratas en el Congreso de los EE. UU. para no imponer una abrupta reducción de gastos y aumento de impuestos.
La producción en Estados Unidos ha venido creciendo de manera lenta pero constante; las bolsas de valores han repuntado (el Dow Jones ha sobrepasado en varias ocasiones los 16.000 puntos); el valor de las casas repunta, se empiezan a construir más inmuebles; las ventas también se recuperan y, como consecuencia, el Banco de Reserva Federal (FED, por sus siglas en inglés) ha comenzado a endurecer su política monetaria. La Unión Europea crecerá, en conjunto, apenas un 1% real este año, y mejorará un poco más en el 2015, para llegar al 1,4%. Como se ve, es una mejoría modesta, comparada con sus tasas de crecimiento histórico, pero, al menos, saldrá de la recesión de los años 2012 y 2013.
Los países emergentes y en desarrollo, que habían logrado paliar relativamente bien la crisis, mejorarán levemente sus tasas de crecimiento real en este y el próximo año (5,1% y 5,4%, respectivamente). Los países asiáticos, particularmente China (7,5% y 7,3%) e India, (5,4% y 6,4%) serán los punteros, al igual que en otros años. Pero la región latinoamericana no se comportará igualmente bien, pues sus tasas de crecimiento real serán de apenas 3%, este año, y 3,3%, el año entrante. Desde este punto de vista, las proyecciones de crecimiento de Costa Rica no parecen tan deslucidas (4% anual), pues superan a las estimadas para el promedio del resto de la región.
Comercio. Las proyecciones son mejores en relación con la expansión del comercio internacional. Se prevé que el intercambio de bienes y servicios (incluyendo turismo) prácticamente duplique sus tasas de crecimiento en el 2014-15, alcanzando cifras del 4,5% y 5,2%. Esto abre, obviamente, buenas oportunidades para los países emergentes y en desarrollo, cuyas tasas (promedio) de expansión se perfilan en 5,9% y 6,5% para el 2014 y el 2015, respectivamente. El informe no señala cuánto podría aumentar Costa Rica su intercambio comercial. Comex y el Banco Central tendrán que afinar sus cifras. Pero las oportunidades de crecimiento están ahí. A los empresarios les corresponde saber aprovecharlas y, a las autoridades, sentar las bases para mejorar la rentabilidad de las exportaciones.
Riesgos. Para los países desarrollados, los riesgos difieren de los que podrían enfrentar las naciones en desarrollo. Uno de los principales tiene que ver con la depresión del gasto particular, que ha influido mucho en las bajas tasas de inflación registradas estos años, particularmente en Europa, inferiores al 2%, comparadas con metas del 2% anual. Y no es que la baja inflación sea, en sí, un problema (la estabilidad de precios siempre es bien recibida), sino en el tanto refleje la baja reacción de los consumidores a las políticas monetarias expansivas para estimular el gasto. Una inflación muy baja produce el efecto de incrementar las tasas reales de interés pagadas para producir. Y, si se agrega el alto nivel de endeudamiento de las personas y empresas, puede poner presión sobre la estabilidad del sistema financiero.
Para los países en desarrollo (incluyendo el nuestro), los riesgos son de diferente naturaleza. La inflación proyectada no es tan baja (5,6% y 5,3% en el 2014 y el 2015), por lo que, más bien, convendría reducirla para generar más confianza en los planes de inversión de largo plazo. Los riesgos vendrán por el efecto que causarán los cambios en la política monetaria de los EE. UU., que ya ha comenzado a implementar la FED. La expansión de dinero será cada vez menor este año y, eventualmente, comenzarán a incrementarse las tasas de interés en respuesta a la contracción de dinero. El mercado financiero se hará más atractivo para la inversión en ese país y disminuirán las salidas de capital hacia los países en desarrollo. Eso producirá dos efectos importantes: mayores tasas de interés en todos los mercados (subirían las tasas de captación en dólares en los mercados de nuestros países y, posteriormente, las correspondientes a la moneda local), y habrá mayor presión sobre los mercados cambiarios.
Políticas. En esas circunstancias, se recomienda mucha prudencia en el manejo macroeconómico, particularmente en los países con déficit fiscal y de balanza de pagos, como el nuestro. Para enfrentar mejor los desajustes que podrían producirse en los mercados de dinero (tasas de interés activas y pasivas) y el mercado cambiario, se recomienda empezar por disminuir el desequilibrio macroeconómico, especialmente el fiscal. Un menor déficit de hacienda ayudaría a consolidar el faltante en la cuenta corriente de la balanza de pagos, disminuir los riesgos de volatilidad cambiaria y limitaría la presión sobre las tasas de interés y la estabilidad de los mercados financieros. Tampoco es recomendable evitar ajustes necesarios en el tipo de cambio para restituir la competitividad de las exportaciones de bienes y servicios. Concordamos con esta recomendación, planteada en términos muy claros. La receta está ahí. Depende ahora de que las autoridades gubernamentales hagan su tarea y sepan recabar el apoyo de todos los partidos políticos.