La escalada de violencia en Iraq ofrece una impresión poco alentadora de las perspectivas de ese país. El conflicto sectario parece aumentar a diario, con milicias que masacran a cientos de sunitas y chiitas solamente por sus identidades religiosas.
Sin embargo, sería un error pensar que esta avidez de sangre representa un sentimiento generalizado entre los iraquíes. Mientras que, todavía, ni los funcionarios de seguridad norteamericanos ni los iraquíes encontraron la manera de dominar a las milicias, el pueblo iraquí cada vez se siente más atraído hacia una visión de un gobierno democrático y no sectario para el país.
En 2004 y 2006, participé en la realización de dos encuestas de opinión pública a nivel nacional en Iraq. La comparación de los resultados de estos sondeos demuestra que, en los dos años que aumentó la violencia sectaria, los iraquíes, cada vez más, ven su destino en un contexto nacional más que comunal.
En este período, la cantidad de iraquíes que dijeron que era “muy importante” para Iraq tener una democracia aumentó del 59% al 65%. Estos mismos iraquíes veían un vínculo entre una democracia efectiva y la separación de la religión y la política, como en un sistema occidental. En términos generales, quienes respondieron que estaban “profundamente de acuerdo” en que “Iraq sería un lugar mejor si se separara la religión de la política” aumentaron del 27% en 2004 al 41% en 2006. Particularmente significativos fueron los incrementos del 24% al 63% durante este período entre los sunitas y del 41% al 65% entre los curdos. La opinión sobre este tema dentro de la comunidad mayoritaria sunita se mantuvo estable, con un 23% que estaba profundamente de acuerdo tanto en el 2004 como en el 2006.
Nacionalismo e islamismo. De la misma manera, la encuesta determinó una caída en el apoyo de un Estado islámico. Entre el 2004 y el 2006, la cantidad de iraquíes que dijeron que era “muy bueno tener un Gobierno islámico donde los líderes religiosos tuvieran un poder absoluto” cayó del 30% al 22%. Las caídas se produjeron en las tres comunidades étnicas principales: del 39% al 35% entre los chiitas, del 20% al 6% entre los sunitas y del 11% al 5% entre los curdos. Hubo un cierto incremento en la cantidad de chiitas que pensaban que debería haber un fuerte elemento religioso en las leyes nacionales, pero la mayoría se seguía oponiendo a esta postura.
El sentimiento nacionalista también está aumentando. Ante la pregunta de si se consideraban “iraquíes por sobre todo” o “musulmanes por sobre todo”, la encuesta del 2006 determinó que el 28% de los iraquíes se identificaban como “iraquíes por sobre todo”, frente al 23% en el 2004. En la capital, Bagdad, el centro de tanta violencia sectaria, las cantidades eran aún más impresionantes: la porción de la población que se veía a sí misma como “iraquíes por sobre todo” se duplicó del 30% al 60%.
Por el contrario, encuestas similares realizadas en otras capitales árabes determinan una marcada inclinación hacia una identidad musulmana. En Ammán, Jordania, la cifra más reciente de quienes anteponen su identidad nacional a su identidad musulmana es del 12%. La cifra es del 11% en El Cairo, Egipto, y del 17% en Riyadh, Arabia Saudita. Curiosamente, en Teherán, Irán, la elección es marcadamente a favor de una identidad iraní más que musulmana. Entre los residentes de la capital iraní, la porción de “nacionalistas” subió del 38% en el 2000 al 59% en el 2005.
Contra la violencia. Al mismo tiempo, las actitudes iraquíes demuestran una fuerte reacción frente a la violencia cotidiana. Entre el 2004 y el 2006, la proporción de quienes coincidían marcadamente en que la vida en Iraq es “impredecible y peligrosa” aumentó del 46% al 59%. El cambio era percibido en todas las comunidades, y aumentaba del 41% al 48% entre los chiitas, del 77% al 84% entre los sunitas y del 16% al 50% entre los curdos. Las encuestas, a su vez, determinaron poco respaldo de parte de cualquiera de estos tres grupos importantes al conflicto sectario.
La violencia tuvo un efecto considerable en las actitudes iraquíes frente a los extranjeros. En 2006, la desconfianza de los norteamericanos, británicos y franceses había alcanzado el 90%, mientras que las actitudes hacia los vecinos de Iraq también eran tensas. Más de la mitad de los iraquíes encuestados dijeron que no recibían con beneplácito a los turcos, jordanos, iraníes o kuwaitíes como vecinos. Estos sentimientos, aparentemente, están directamente relacionados con la violencia que afecta a Iraq y con el papel de los extranjeros en la peligrosa situación de seguridad del país.
De manera que, al parecer, los iraquíes están manifestando un mayor apego a su identidad nacional y respaldan un enfoque de gobierno no sectario. Estos son los rasgos básicos de un orden político moderno. Entre los sunitas, la caída en el apoyo a un Estado islámico es más drástica, y puede tener ramificaciones relevantes para la capacidad de los extremistas religiosos de reclutar adeptos en este grupo.
Si bien los iraquíes siguen estando furiosos por la violencia en su país, esta furia no socavó su sensación de identidad nacional. Al mismo tiempo, parece que se aferran a valores democráticos importantes. El interrogante clave, por supuesto, sigue siendo si estos valores se pueden traducir en una realidad pacífica.