Si dijéramos que creemos que la educación es la clave y la llave de todo progreso y desarrollo, pensarían sin duda que se trata de una frase cliché y estereotipada. Nosotros, dos estudiantes universitarios de Derecho Internacional, con orígenes muy distintos –una tica y un estadounidense-, nos sentamos a hablar un día y rápidamente, para sorpresa nuestra, coincidimos sobre un punto: Costa Rica debería seguir en su admirable camino de ofrecerle lo mejor al mundo en educación, ambiente, y hasta cierta medida, economía.
Es indispensable que deje atrás sus miedos y mantenga las puertas abiertas para recibir lo que el mundo le puede ofrecer.
Las instituciones de educación superior en Costa Rica merecen ser destacadas. La Universidad Earth, el Incae, y la Universidad para la Paz, tras una larga pelea del expresidente Carazo, cuentan con sus campus en el territorio costarricense. De este modo, Costa Rica ha atraído estudiantes e intelectuales de todo el mundo y se ha esforzado por abrirse a él. Por otro lado, han entrado en algunos colegios públicos programas como el Bachillerato Internacional, respaldado principalmente por el señor Steve Aronson y otros. El Bachillerato Internacional (BI) subraya la importancia de ayudar al prójimo, mediante su componente de “servicio”, e invita a los estudiantes a cuestionar y ser críticos de los conocimientos que a veces tomamos por sentado.
El BI cuesta dinero, sí, y quizá no sea la solución para todos. Lo que sí creemos es que urge una reforma en el paradigma del sistema educativo (no solo costarricense) que responda a las necesidades actuales del mundo. Dejemos atrás la enseñanza del Quijote durante las horas lectivas, por ejemplo. Formemos estudiantes con sólidas bases en inglés, portugués, chino y otros idiomas, así como estudiantes con concretos conocimientos en economía y matemática. Formemos personas que en su tiempo libre decidan leer a Cervantes en vez de sentarse con ojos pegados a la televisión.
En lo que se refiere al ambiente, Costa Rica es reconocida a nivel mundial por sus prácticas de ecoturismo, y cuenta con varios programas de voluntariado ‘verde’, sobre todo con las tortugas en anidación.
Además, el Gobierno y otros actores de la sociedad civil han tomado medidas para que Costa Rica cuente con aproximadamente un 25% del territorio nacional bajo algún tipo de protección en parque o reserva natural. Sin embargo, si Costa Rica quiere llegar a ser el primer país carbono neutral para el 2021, invertir en el transporte público debiera ser prioridad.
También, la buena planificación de ciclovías podría ser una solución a más de un problema: por un lado, reducir el número de emisiones de gases y por el otro fomentar una sociedad menos sedentaria. Por otro lado, para los que no quieran renunciar a sus carros, los impuestos a los vehículos híbridos deberían ser drásticamente reducidos para que sean más accesibles y la sociedad entera sea beneficiada. El biodiésel y las energías más limpias deberían también ser una prioridad.
La economía, entonces, debe ser impulsada y puede crecer exponencialmente, con un impacto mínimo sobre el ambiente. En los últimos años, Costa Rica se ha convertido en sede de call centers , con buenos salarios para aquellos que manejan el inglés y otros idiomas, lo que ha contribuido a una diversificación de la economía por medio de más y mejores empleos en el sector terciario. Los bienes raíces también se han beneficiado de la apertura de Costa Rica. Contamos con más y más celebridades que vienen a buscar un pedacito de paraíso e invierten en millonarias propiedades en suelo costarricense. Sin embargo, Costa Rica no se puede contentar con esto. El capital extranjero tiene que ser atraído de otras maneras, pero para esto se tiene que crear suficiente confianza en los mercados. No le tengamos miedo al desarrollo de servicios y empresas de alto valor agregado, como lo son el turismo médico, la ingeniería electrónica (Intel) y la economía del conocimiento.
Sigamos el ejemplo de otros países que han batallado contra la burocracia y los trámites para las nuevas empresas. En promedio, en la región se requieren 12 trámites mientras que en Nueva Zelanda se necesita de uno solo, según un estudio de investigación del World Bank. Nueva Zelanda es el país más transparente y menos corrupto en el mundo, según el organismo Transparencia Internacional.
Somos optimistas en lo que se refiere al rol de Costa Rica en la región, así como la dirección que ha tomado recientemente. Esto, siempre y cuando los ciudadanos, costarricenses o no, busquemos la manera de participar en el debate público.