El Comité Latinoamericano de Asuntos Financieros presentó recientemente la declaración América Latina: de vuelta a los ochenta o mirando hacia adelante, en la que se refiere a la materialización de riesgos fiscales y financieros acumulados durante este año y la posibilidad de contagio, aunque los canales pueden ser distintos a los del pasado.
El crecimiento de este año en América Latina será el más bajo entre las economías de mercado emergentes (World Economic Outlook, IMF octubre 2015) y estará acompañado de fuertes movimientos en las monedas de varios países de la región, colapso en la inversión y aumento del desempleo.
En la década pasada, y en diversos grados, los mercados emergentes han cumplido sus necesidades de financiación utilizando dos fuentes globales: una de ellas, los mercados financieros tradicionales, en gran medida anclados en las economías avanzadas, y en particular a la de Estados Unidos; la otra, representando tal vez un porcentaje creciente en muchos países de la región, proveniente de China.
Estos dos prestamistas comunes a los mercados emergentes están en proceso de cambio. Los EE. UU. inician la normalización de su política monetaria, que tomará algún tiempo, mientras que la desaceleración del crecimiento de China también se asocia a una menor inversión directa en el exterior.
La próxima normalización de la política monetaria en las economías avanzadas, en particular la de los EE. UU., puede conducir a un cierto aumento en las tasas de interés internacionales.
El Comité, por su parte, considera que dicho incremento puede ser pequeño y gradual; sin embargo, se recalca que incluso un modesto incremento en las tasas de interés internacionales producen importantes aumentos en las primas de riesgo en toda la región, especialmente, en los países con situaciones fiscales frágiles.
Otros factores que afectan a las primas de riesgo soberano son la significativa desaceleración del crecimiento económico en los mercados emergentes y en particular China, el asociado y marcado descenso de los precios mundiales de los commodities (metales, petróleo, etc.) y la falta de una recuperación en el comercio mundial.
Dentro de América Latina, los países con acceso limitado al mercado externo de capitales (es decir, Argentina y Venezuela por ejemplo) dependen en gran medida del apoyo de China, mientras que los productores de las materias primas están siendo particularmente afectados por la desaceleración de esta economía.
Riesgos adicionales provienen de la opacidad de los balances en los sectores público y privado en muchos países de la región.
La incertidumbre sobre el grado de apalancamiento, tanto del sector público como privado, en muchos países es considerable, y en particular, el nivel de endeudamiento en moneda extranjera. Adicionalmente, la posición internacional de las reservas de muchos países de mercados emergentes exagera los recursos verdaderos (uso de líneas de créditos internacionales no transparentes, swaps, etc.), por lo que el Comité hace un llamado una vez más a la transparencia en la situación fiscal y financiera de los países.
Por otro lado, la región se apoya con más fuerza que en el pasado, en los tipos de cambio flotantes, lo que ayuda a explicar por qué, a pesar de la gravedad de las crisis externas de la región, ha evitado crisis de balanza de pagos, un fenómeno común en los años 80 y 90. Sin embargo, la flexibilidad del tipo de cambio debe ser manejado con cuidado.
La gestión de un sistema de tipo de cambio flotante exige ser capaz de anclar las expectativas de inflación. De lo contrario, se corre el riesgo de perder el control sobre las tasas de interés y la generación de expectativas autocumplidas en ciclos negativos de inflación, que impacten en la actividad económica y el déficit fiscal, un fenómeno que afectó la región en la década de los 80.
Ejemplo de ello es Brasil. La credibilidad de Brasil no solo se basó en la introducción de un régimen de metas de inflación en 1999, sino también en un compromiso fuerte para sostener un superávit fiscal primario superior al 3 por ciento del PIB. Sin embargo, las anclas fiscales e inflacionarias se debilitaron gradualmente desde la crisis de Lehman y se convirtió en negativo en el año 2014.
Después de perder el ancla fiscal e inflacionaria, y enfrentado a condiciones externas más adversas, Brasil ha dependido en mayor medida de la tasa de interés para anclar las expectativas de inflación.
Si la credibilidad no se restaura, las altas tasas de interés sin ajuste fiscal podrían deprimir la economía y ser contraproducentes. Reconociendo dilemas políticos actuales en Brasil, la restauración tanto de la estabilidad fiscal y la credibilidad lleva a bajar las tasas de interés, lo que podría requerir medidas adicionales y el apoyo de la comunidad internacional.
El Comité está convencido de que la comunidad internacional debe estar preparada para apoyar un ajuste serio en Brasil, como las ramificaciones de una profundización de las dificultades actuales, que pueden tener un impacto significativo en varios países de la región y de otros mercados emergentes. Efectos posibles a desencadenarse a través de los vínculos comerciales (países del Mercosur) y el contagio financiero eventual, dado el peso de Brasil en los mercados de deuda de América Latina como una clase de activos.
Si las reverberaciones de la situación brasileña se pueden contener, un grupo significativo de países de la región que han mantenido un manejo más prudente de las variables fiscales (Chile, Colombia, Perú y México) podría eventualmente recuperarse y tener mejores perspectivas a pesar de haber sido también afectados negativamente por la caída de los precios de las materias primas y los ingresos de capital.
Argentina está en medio de un cambio de gobierno y se enfrenta a importantes desafíos de política económica.
Finalmente, se puede concluir que hay similitudes y diferencias en el entorno externo actual en comparación con los años ochenta. En ambos períodos, cambios en la política monetaria de los países avanzados han estado en el centro del escenario mundial al igual que se han producido descensos profundos y sostenidos en los precios de las materias primas y de productos básicos.
Sin embargo, en esta ocasión, los cambios en la actividad económica de China y los flujos financieros procedentes de este país han jugado un papel tan importante como los cambios en los Estados Unidos.
La autora es profesora catedrática en la Escuela de Negocios de Harvard.