Comienzo por señalar que a Jorge Vargas Cullell lo considero uno de los mejores columnistas que tenemos en el país.
Me gusta cómo escribe y, por eso, trato de no perderme ninguna de sus columnas. Sin embargo, considero que, en uno de sus escritos más recientes, se le olvidó algo: no podemos comparar la izquierda de Chile con la de Costa Rica.
En Chile. En Chile, la izquierda ha respaldado la apertura comercial aprobando tratados de libre comercio (TLC) con medio mundo, ha contribuido a fortalecer el Estado de derecho y, como apunta don Jorge, está comprometida a mejorar los índices sociales, buscando consenso junto a los demás partidos políticos.
De más está recordar que, en el Congreso chileno, ningún senador puede bloquear leyes a su antojo. Asimismo, los sindicatos aprobaron la apertura de los puertos, de las telecomunicaciones, de la energía y de los servicios médicos. El chileno puede escoger a qué hospital acudir, y no tiene que esperar meses para que le den una cita.
En Costa Rica. Sin embargo, en Costa Rica ocurre todo lo contrario.
La izquierda promueve, en su plan de gobierno, la renegociación de nuestros tratados de libre comercio, la expropiación de las frecuencias de telecomunicación, el fortalecimiento del sindicalismo (no del solidarismo ni del cooperativismo) y, sí, un modelo típico del socialismo venezolano actual.
Por su parte, el sindicalismo se ha apropiado de los servicios públicos –incluida la Caja Costarricense de Seguro Social–, se opone a la construcción de un nuevo puerto en Limón, donde entra y sale el 70% de lo que importamos y exportamos, y se opone también a toda apertura de la energía en el país.
Así las cosas, don Jorge, ¿cómo no nos vamos a asustar?
En mucho nos parecemos a Chile, pero políticamente nos hace falta bastante.