Desde la década de 1980, algunos académicos empezaron a publicar estudios en los que cuestionaban obras fundamentales de la literatura costarricense debido a las connotaciones racistas, xenófobas o sexistas presentes en esos textos.
Cuestionar esos aspectos era entonces y es hoy una tarea esencial, ya que permite comprender mejor cómo prejuicios de diversa índole, presentes en los fundamentos mismos de la identidad nacional, han influido en distintos campos de la sociedad costarricense, incluida la literatura.
Ahora bien, la respuesta frente a esos prejuicios no debe ser la condena o la exclusión de la obra literaria, sino su apropiación crítica, como crítico debe ser siempre el conocimiento que se elabora sobre el pasado y el presente de Costa Rica.
Cocorí . Aunque las connotaciones racistas están presentes en numerosos textos literarios de finales del siglo XIX y buena parte del XX, el relato Cocorí , de Joaquín Gutiérrez, ha demostrado ser uno de los más vulnerables a las acusaciones de racismo. A esto han contribuido dos características principales de dicha obra.
Primeramente, Cocorí no es un relato nacionalista ni antiimperialista, como sí lo es la extraordinaria novela de Carlos Luis Fallas, Mamita Yunai . La dimensión política que predomina en esta obra tiende a atemperar los prejuicios que su narrativa incorpora. Una situación similar se presenta en Los cuentos de mi tía Panchita de Carmen Lyra: las connotaciones racistas de un cuento como La negra y la rubia se atenúan en el conjunto del libro.
Adicionalmente, Cocorí es el primer relato producido por uno de los más importantes escritores costarricenses en el que la comunidad y la cultura afrocaribeñas son el eje de una obra literaria. Desde esta perspectiva, Cocorí supuso una ruptura y una innovación decisivas en la literatura nacional, con todos los riesgos que eso implicaba.
Tendencia. Al cancelar el patrocinio de su cartera al proyecto musical basado en Cocorí , en vez de promover la apropiación crítica de tal obra, la ministra de Cultura y Juventud, Elizabeth Fonseca, se sumó a un proceso en curso desde por lo menos inicios del siglo XXI.
Del año 2001 en adelante, diversas autoridades han mostrado una intención clara de eliminar de la lista de textos oficiales del Ministerio de Educación Pública obras literarias fundamentales como Marcos Ramírez, Mamita Yunai y el propio Cocorí .
Independientemente de las razones específicas aducidas en cada caso, tal exclusión (a veces interpretada como producto de una conspiración neoliberal por algunos sectores de izquierda) parece obedecer a las dificultades que experimentan los docentes para contextualizar históricamente esas obras y para facilitar su comprensión y apropiación crítica por parte de niños y jóvenes.
Para enfrentar la brecha cultural, cada vez más amplia, entre el pasado en que esos libros fueron escritos y el presente de los estudiantes de escuelas y colegios, lo que procede es mejorar la preparación de maestros y profesores, no excluir las obras literarias. Entre excluir y educar, hay que escoger siempre lo segundo. Por eso Cocorí debe mantenerse en las aulas y Marcos Ramírez jamás debió haber sido expulsado de ellas.
*Iván Molina es historiador. Su más reciente obra se intitula ‘La cicatriz gloriosa. Estudios y debates sobre la Campaña Nacional (Editorial Costa Rica).