PRAGA – Durante los próximos 15 años nacerán unos dos mil millones de niños, el 90% en las partes más pobres del mundo. Brindar un mejor comienzo a estos pequeños sería una de las mayores metas que puede emprender la humanidad. Sería, también, uno de los usos más eficientes de los recursos que el mundo dedica al desarrollo.
Este mes, los líderes del mundo se reunirán en la Organización de las Naciones Unidas, en Nueva York, para acordar las Metas de Desarrollo Sostenible, sucesoras de los 18 Objetivos de Desarrollo del Milenio fijados en el año 2000. La lista de metas posibles es increíblemente larga: 169 en total, en las que se gastarán billones de dólares. La manera en que se prioricen será tremendamente importante para las vidas de miles de millones de personas.
El Copenhagen Consensus, una organización de investigación que dirijo, solicitó a 82 eminentes economistas de todo el mundo que llevaran a cabo un análisis de costo-beneficio de las metas propuestas para establecer cuáles probablemente serán más beneficiosas para más personas, el planeta y la prosperidad mundial durante los próximos 15 años. Resulta que una de las mejores maneras de ayudar es centrarnos en mejorar las vidas de los niños.
Nuestro análisis identificó las 19 metas que tendrán el mayor impacto positivo por cada dólar gastado. De hecho, cada dólar que se destine a estas 19 metas generará cuatro veces más beneficios que ese mismo dinero aplicado a las 169. No sorprende que las principales 19 metas incluyan intervenciones para mejorar la suerte de los jóvenes; después de todo, crecerán para convertirse en los trabajadores y líderes del mañana.
Las oportunidades comienzan cuando nacemos ¿o no? Si bien la tasa de mortalidad infantil se ha reducido en dos tercios desde 1970, una horrorosa cantidad de niños aún muere en sus primeros años de vida. En el 2013, 6,3 millones de niños murieron antes de su quinto cumpleaños. Casi un tercio de ellos eran recién nacidos que perdieron sus vidas por nacer prematuramente o por complicaciones durante el parto.
Sabemos por experiencia que es perfectamente posible procurar una reducción del 70% de la mortalidad infantil, pero que eso será caro y requerirá la construcción de servicios de salud eficaces para proporcionar atención de alta calidad antes, durante y después del nacimiento.
Sin embargo, nuestra investigación muestra que sería dinero bien gastado: considerando diversos efectos positivos de largo alcance, estimamos que cada dólar gastado en atención neonatal genera aproximadamente 9 dólares de beneficios. Entre los efectos positivos adicionales se cuentan servicios de salud con mayor capacidad, que brindarán mejor atención a personas de todas las edades.
Mantener la salud y la buena alimentación de los niños son otras dos metas muy rentables respecto de sus costos. Desde 1970, la comunidad internacional ha logrado vacunar a la mayor parte de los niños del mundo contra el sarampión, el tétano, la tos convulsa, la difteria y la polio. Estas intervenciones probablemente salvan tres millones de vidas cada año: un logro fenomenal.
Tenemos la oportunidad de hacer mucho más, con aproximadamente mil millones al año se podrían ampliar los programas de vacunación para evitar la neumonía y la diarrea infantiles, y salvar anualmente otro millón de vidas. En términos económicos, cada dólar gastado generaría $60 de bienestar para los más jóvenes del mundo.
Atacar la desnutrición sería otro uso eficaz de los dólares para el desarrollo. Los niños sin suficiente comida durante los cruciales primeros años de vida no se desarrollan adecuadamente y resultan desfavorecidos durante el resto de sus vidas. Incluso aquellos que reciben la suficiente cantidad de calorías totales pueden sufrir efectos adversos si se los priva de vitaminas, minerales y proteínas esenciales.
La meta de reducir la desnutrición crónica en un 40% garantizando un mejor acceso a micronutrientes y suficientes alimentos tendría un impacto extraordinario: ayudaría a que los cerebros de los niños se desarrollen normalmente y eso les permitiría estudiar durante más tiempo, aprender más y ser más productivos durante el resto de sus vidas. Cada dólar dedicado a mejorar la nutrición de los jóvenes produce $45 en beneficios sociales.
Mejorar la calidad de la educación es otra meta encomiable, ya que incluso los niños más saludables y mejor alimentados tienen dificultades para aprender cuando la calidad de sus escuelas no es buena. Ciertamente, no es fácil mejorar la calidad de la educación; incluso los países ricos tienen dificultades para ello, pero resulta que es excepcionalmente valioso centrarse en la educación muy temprana.
La mejor meta educativa sería triplicar la cantidad de niños que asisten al preescolar en el África subsahariana, la región de más carencia del mundo. Esto no solo sería relativamente barato, sino que también brindaría también a los niños el anhelo de aprender durante todas sus vidas, mejoraría sus oportunidades y generaría beneficios de $33 por dólar invertido.
Sabemos que es moralmente correcto dar a cada niño la mejor posibilidad de sobrevivir, de alimentarse bien, de estar sano y educarse; ahora también sabemos que es además una de las mejores inversiones que podemos hacer. Los niños saludables y bien educados se convierten en adultos productivos, capaces de brindar un mejor futuro a sus propios hijos y crear un círculo virtuoso que ayude a construir un mundo más próspero, un mundo mejor.
Bjørn Lomborg es profesor adjunto en la Escuela de Negocios de Copenhague y dirige el Copenhagen Consensus Center. © Project Syndicate 1995–2015