Antonio Guterrez, político portugués y extitular del Acnur, será el próximo secretario general de las Naciones Unidas. Falta solo la ratificación de la Asamblea General. Un hombre más. Un europeo más. Sin querer desmerecer la larga trayectoria de Guterrez, ni sus probadas cualidades diplomáticas, el malestar más que natural, es necesario.
En la historia de su organización, Naciones Unidas ha tenido nueve secretarios generales, todos hombres, cuatro de ellos europeos.
A pesar de la transparencia de este proceso, que permitió conocer los nombres de los candidatos, así como presenciar sus audiencias ante la Asamblea General, esta elección reproduce esquemas machistas en el más alto nivel.
Los esfuerzos articulados desde la sociedad civil, así como de un pequeño grupo de países dentro de la Asamblea General, Costa Rica incluida, por posicionar la imperiosa necesidad de que fuera una mujer quien asumiera las riendas de la ONU, fueron ignorados por el Consejo de Seguridad, que no tuvo reparos en “engavetar” el asunto.
Un paso atrás. De entre las candidaturas de mujeres sobraban capacidades y comprobada experiencia para asumir el cargo. Desde la lituana Irina Bokova, titular de la Unesco, hasta la misma Christiana Figueres, gestora de los Acuerdos de París, reflejaban que no era en realidad una decisión fácil. Sin embargo, al igual que sucede con las brechas salariales y la discriminación laboral que afectan injustamente a las mujeres, ellas fueron vetadas por el Consejo de Seguridad, lo que acabó con cualquier esperanza de éxito.
Los esfuerzos de Naciones Unidas en pro de la igualdad de género, liderados por ONU Mujer, han sido determinantes en la lucha diaria que nos obliga a hombres y mujeres a la construcción de una sociedad igualitaria y libre de discriminación por razones de género. Sin embargo, hoy la organización da un paso atrás.
No solo se ignoró el acuerdo no escrito de elegir a una persona de Europa Occidental (región que nunca ha dirigido la ONU), sino que, por décima ocasión en su historia, se les negó el acceso a las mujeres a su más alto cargo.
A ritmo lento. El acceso de las mujeres a puestos de toma de decisiones es menor en todas las áreas y sectores, ya sean estos gerenciales o de elección popular. Desde la conquista del derecho al voto hasta la elección de mujeres en los más altos cargos, el camino ha sido largo y empedrado, y las conquistas han tenido un ritmo lento y atomizado.
Sin embargo, han tenido lugar avances notorios, y mientras hace cincuenta años era casi impensable que una mujer ocupara la presidencia de la República, son cada vez menos los países donde esto no ha ocurrido. No obstante, la elección del Consejo de Seguridad da muestras de que aún queda mucho por hacer.
Esto nos lleva a una conclusión obligatoria: la lucha por la igualdad de género requiere de un esfuerzo constante, comprometido y, sobre todo, colectivo, para lograr erradicar de raíz las prácticas machistas y lograr dar vida a aquella frase eterna de Rosa de Luxemburgo sobre un mundo donde seamos socialmente iguales, humanamente diferentes y totalmente libres.
El autor es internacionalista e investigador.