La madrugada del 28 de junio de 1969 en un pequeño pub conocido como Stonewall Inn, en Greenwich Village, Nueva York, empezó un movimiento de liberación, bajo el estandarte del amor. Un pequeño grupo de personas diversas se levantaron en contra de las injusticias del gobierno.
En este lugar, de marginación hasta dentro del mismo colectivo LGTB, drag queens, jóvenes y prostitutos, entre otros asistentes, cansados de tanta represión policial, iniciaron una lucha contra el sistema junto con el apoyo de personas dotadas de una sensibilidad especial.
Las acciones se prolongaron durante algunos días y así nació la primer manifestación a favor de los derechos de las personas gais y lesbianas.
Gracias a este hecho, que se recordaría como las Revueltas de Stonwell, y a los habitantes de Greenwich Village, empezó un cambio ideológico. Gais y lesbianas pudieron manifestar abiertamente su orientación sexual sin miedo a ser arrestados.
En 1970, en conmemoración de los disturbios de Stonewall se realizaron las primeras marchas del orgullo gay en las ciudades de Nueva York y Los Ángeles.
Esto hizo que floreciera el orgullo gay por Europa y Estados Unidos, y en 1985, en la conferencia anual de la Asociación de Coordinadores del Orgullo Gay, nació la idea de expandir de manera internacional la conmemoración de este hecho histórico tan importante dentro de la cultura de los años sesenta, la cual sin duda quedaría plasmada en la identidad del colectivo LGTBI y de la historia de la humanidad.
Erradicar el odio. Hoy, en pleno 2016, todavía queda mucho por hacer. Los hechos sucedidos en Orlando, Florida, son una muestra de que a la humanidad le falta avanzar. Es verdad que hemos dado algunos pasos importantes, pero no será suficiente hasta que las sociedades no estigmaticen el amor, así no se creerá que el matrimonio igualitario, al igual que la adopción u otros asuntos relacionados con la comunidad diversa, son un privilegio o alguna clase de trato especial.
En lugar de eso se verá con toda normalidad que si todos somos seres humanos con las mismas condiciones no deberían existir grupos en la sociedad que gocen de derechos que a otros se les niegan.
Lo sucedido en el club nocturno Pulse en Orlando es un hecho para que reivindiquemos la manera como observamos al colectivo LGTBI. Si el perpetrador de ese acto inhumano hubiese visto con normalidad e igual a todos los seres humanos, no hubiese sido necesario el martirio de 49 personas y que hirieran a otras cincuenta.
Este acto es y será siempre una mancha de vergüenza para los políticos que no han aprobado una legislación en donde se validen los derechos de los seres humanos por igual. Si fuera de esta manera, no existiría odio en las personas que no poseen la educación y sensibilidad adecuadas para apreciar a nuestros prójimos por igual.
Poder del amor. Si estos actos extremistas fueron hechos por una intifada contra Occidente, nosotros hagamos una intifada contra el odio. Si fue en honor del mes del Ramadán, nosotros lo haremos en honor del mes del orgullo; y si fue por ignorancia y odio, nosotros los educaremos y les mostraremos el poder del amor.
El acto sucedido en el bar Pulse nunca lo olvidaremos y en lugar de fomentar miedo en nosotros, fomentará valentía, con lo cual renovaremos nuestro orgullo año con año y cada vez será mayor, en honor de todos los que murieron por amar sin prejuicios.
Este 2016 marcharemos con todo el orgullo del mundo, sin importar quiénes somos ni de dónde venimos, o si existe alguna diferencia entre nosotros, cualesquiera de las etiquetas obsoletas que nos ha impuesto la sociedad serán olvidadas, y llenaremos no solo San José o Costa Rica de colores, sino a todo el mundo para que así el estigma del amor se deje de lado y se vea como lo que es: simplemente amor. Ese día podremos vivir en un mundo mejor.
El autor es crítico de arte.