Un artículo de opinión escrito por mí provocó diversas reacciones. Algunos consideraron que mis planteamientos en relación con temas como el de la ideología de género atentaron contra los principios de la socialdemocracia y que, siendo yo un jerarca de la socialdemocracia nacional, aquello era un grave error.
Resumo aquí algunas razones del porqué esas reacciones no se justifican. Como indiqué en mi anterior artículo, el marxismo es una interpretación materialista de la historia que afirma la importancia del conflicto como método de conquista social y política.
Para el marxista, la historia se entendía a la luz del conflicto entre el oprimido y el opresor. Por esta razón, tal lucha debía promoverse con el objetivo de que los explotados conquistaran el poder. Y así, venzan a sus opresores.
Bajo esa premisa, consideraban que la familia era parte del campo de batalla, donde los padres oprimían a sus hijos y los sexos se oprimían entre sí.
La solución a tal explotación radicaba en la rebelión de los oprimidos dentro de la familia, de tal forma que esta finalmente desapareciera. Esto consta en los textos clásicos escritos por Marx y Engels.
Pues bien, la ideología de género es una corriente de pensamiento que utiliza el mismo método de análisis para explicar los conflictos familiares.
Esta ideología nada tiene que ver con la justa reivindicación del papel de la mujer. La equidad y la reivindicación femenina es un noble ideal, en el cual todos los socialdemócratas creemos.
De hecho, como secretario general del PLN, designé 16 mujeres en el secretariado, de 31 puestos posibles.
El punto es que los socialdemócratas creemos que la mujer merece libertad y protagonismo, pero no por la vía del conflicto o la guerra entre los sexos. Insistir en la idea de que la libertad de la mujer se conquista por la vía del conflicto, devalúa su dignidad natural.
La ideología de género es neomarxista porque sostiene la necesidad del conflicto como método para enfrentar los desafíos de la familia actual. Para muestra, un ejemplo: la ideología de género justifica el aborto bajo el argumento de que la maternidad es una “servidumbre” que se le impone a la madre.
Aún más, una destacada filósofa de la ideología de género, Judith Butler, es prolífica en bibliografía que resulta coincidente con el viejo ideal marxista de supresión de la familia. Por ello, la gran mayoría de las mujeres líderes de la socialdemocracia costarricense, quienes han dedicado su vida a la tarea de reivindicar política y socialmente a la mujer, son también firmes críticas de obsecuencias de tal naturaleza.
En este punto, agrego que mis argumentos tampoco tienen relación con la realidad de que existen excelentes familias de un único padre o madre o familias en las que ambos padres están ausentes, y pese a ello son familias perfectamente funcionales por el cuidado que brindan a abuelos, tíos u otro tipo de intervinientes amorosos que velan por sus miembros.
Método de conflicto. Así las cosas, ¿cuál debe ser la posición socialdemócrata en torno a la ideología de género? La misma que Eduard Bernstenin, uno de los padres fundadores de la socialdemocracia, escogió. Bernstenin rechazó el método marxista del conflicto.
La socialdemocracia nace precisamente porque confronta ideas como el de la lucha de clases, el del conflicto entre sexos y el de la supresión de la familia.
A partir de la Segunda Internacional, la fractura entre la socialdemocracia y el marxismo se hizo insalvable, al punto que la socialdemocracia se identificó con corrientes contrarias al marxismo, como la filosofía neokantiana y el fabianismo.
Como la socialdemocracia es una corriente de pensamiento amplia, con el transcurso del tiempo también se alimentó de otras fuentes, como la filosofía cristiana. Tanto así que don Pepe Figueres, líder fundador de la socialdemocracia tica, en el simposio “La Costa Rica del año 2000”, declaró que, en aquello que era “principal” para él, tal como el fundamento ético, prefería las tesis cristianas.
Daniel Oduber también fue contundente al respecto. En su obra sobre el origen de la socialdemocracia nacional dedica todo el capítulo sexto a la defensa del cristianismo ( Raíces del PLN, cap. 6).
Sin duda, la ética cristiana ha sido un pilar cultural básico de la socialdemocracia costarricense. No por casualidad uno de los ideólogos originales del movimiento socialdemócrata tico fue el sacerdote Benjamín Núñez, miembro de la Junta fundadora de la Segunda República.
Posteriormente, la activa incorporación de líderes judíos en la socialdemocracia nacional enriqueció aún más la veta espiritual de su pensamiento.
Otros aspectos. En otros campos, como el del movimiento trabajador, la socialdemocracia nacional también ha procurado evadir las teorías materialistas del conflicto, tal como sucede con el solidarismo.
Este último es un movimiento laboral inspirado en las ideas del socialdemócrata Alberto Martén, que representó para el trabajador una alternativa ajena a la lucha de clases.
Estas raíces, de naturaleza espiritual, no niegan que la socialdemocracia es hija de la laicidad, que es el sano principio de separación entre Estado e Iglesia.
De hecho, la laicidad se deriva de conceptos espirituales. Por el contrario, la ideología de género es hija del laicismo, algo diferente a la laicidad. El laicismo solo acepta las filosofías materialistas en el debate. Pretende amordazar toda iniciativa que sea contraria a dichas corrientes.
Ahora bien, reconozco que en Europa varios partidos socialdemócratas han optado por la ruta del laicismo y de la ideología de género, por ejemplo, la España de Rodríguez Zapatero.
Él fue un gobernante socialdemócrata que llegó al extremo de aprobar una ley que permite el aborto a madres menores de edad, con hijos sanos en su vientre, sin el consentimiento de los padres.
También es cierto que otros importantes líderes, incluso izquierdistas como Rafael Correa o Tabaré Vázquez, se han convertido en feroces oponentes de la ideología de género.
En fin, como ciudadano tengo derecho a opinar, pero más grave es mi responsabilidad como líder. Como tal, debo inspirar y colaborar en señalar el rumbo.
Por eso, en lo ético, aspiro a la misma socialdemocracia que preconizaron don Pepe y Daniel Oduber. Una socialdemocracia que optó, en lo cultural, por fundamentar su ideario en la ética judía y cristiana. Por eso milito allí. Y mientras yo participe en su dirección, velaré para que a nadie se le persiga por abrazar tan profunda convicción.
Fernando Zamora Castellanos es abogado constitucionalista.