La industria automotriz está sufriendo, o disfrutando, tres dis rupciones de manera simultánea: electrificación, uberización y automatización. No está claro todavía cuál será el resultado, pero sí es bastante obvio que dentro de pocos años se habrá transformado.
Vehículos eléctricos. En la portada de Wired de febrero aparece Mary Barra, presidenta ejecutiva de General Motors y el nuevo vehículo eléctrico, con autonomía por 320 kilómetros y capacidad de acelerar de 0 a 100 kilómetros por hora en 7 segundos. El modelo se venderá en $30.000.
El titular dice: “Detriot contraataca”. El reportaje describe el largo y tortuoso camino del vehículo eléctrico hasta llegar al consumo masivo, lo cual parece casi seguro gracias a este nuevo modelo.
En Estados Unidos, tienen amplia evidencia –basada en encuestas– de que la adopción masiva del vehículo eléctrico depende de la capacidad de la batería. Con autonomía de 160 kilómetros, un 30% de los consumidores opinan que comprarían un vehículo eléctrico. Al aumentar la autonomía a 320 kilómetros, el porcentaje de compradores sube al 70%.
General Motors, en particular, y Detriot, en general, han aniquilado el vehículo eléctrico en varias ocasiones.
Esta vez, la volatilidad del precio del petróleo ya no confabula contra su desarrollo debido a que la regulación en Estados Unidos obliga a los fabricantes a reducciones drástica en las emisiones de carbono, a lo cual se agregan incentivos fiscales a los compradores: por este nuevo modelo el incentivo es de $7.500.
La experiencia de las grandes empresas automotrices para promover, distribuir y mantener una enorme flota de vehículos que brinden una buena experiencia al usuario no debe subestimarse.
El dominio de Sillicon Valley en el mercado de autos eléctricos no está, de ninguna manera, garantizado.
No está claro cuánto tardaremos en cambiar todos los vehículos para acabar con las emisiones, lo que sí es obvio es que entre más pronto inicie dicha conversión más rápido se eliminarán las emisiones. En Latinoamérica, un porcentaje enorme de las emisiones de gases nocivos para la salud y el medioambiente proviene del parque automotor.
Vehículos como servicio. La llamada uberización del transporte ofrece la posibilidad de trasladarnos, confortablemente, con mucha mayor eficiencia.
El trasporte se convierte en una venta de servicio en lugar de una venta de activos. La conveniencia de iniciar el viaje desde el lugar y la hora en que uno decida, antes solo se podía lograr invirtiendo en un activo que permanecía la mayor parte del tiempo ocioso.
La alternativa de utilizar taxis era solo una verdadera opción en las pocas ciudades del mundo en que hay un excelente servicio de transporte público.
Existe evidencia de que en ciudades donde los servicios tipo Uber son utilizados extensivamente se reduce significativamente el número de vehículos en las calles (y, por supuesto, en los parqueos).
Es definitivamente esperable que al uberizarse el transporte se reduzca el número de vehículos vendidos, la cantidad de energía empleada y el espacio dedicado a parqueos.
Vehículos autónomos. La automatización de la conducción de los vehículos (carros sin chofer) es probablemente la disrupción más significativa que afectará a la industria automotriz en la próxima década.
Los anuncios recientes de alianzas estratégicas entre Google y Ford, General Motors y Lyft, así como las inversiones anunciadas por Mercedes, Toyota, Nissan y Volvo sugieren que los vehículos autónomos estarán funcionando antes de lo esperado.
Recientemente, Tesla hizo una actualización del software de todos los vehículos de un modelo determinado, y resulta que ahora esos vehículos se pueden parquear solos, abren la cochera y se guardan en la noche.
En la mañana, al ser llamados, abren el garaje y salen a recoger al dueño frente a su casa. Esto evita caminar sobre la nieve para ir a la cochera o golpear las puertas del carro contra el montón de artículos que la gente suele guardar en los garajes.
Así como el motor de combustión interna produjo el carro sin caballo, la computación producirá el carro sin chofer.
Los efectos de hacer redundantes a miles de caballos son insignificantes comparados con los efectos de dejar sin trabajo a millones de choferes.
El impacto de la pérdida de empleos, que sin duda se producirá, es a su vez insignificante comparada con las repercusiones que tendrán en la salud de millones de personas, debido a que los carros sin chofer no colisionan, ni irrespetan las leyes de tránsito.
Los vehículos sin chofer son más seguros y eficientes, los vehículos eléctricos producen ahorros y reducen la contaminación, los vehículos como servicio mejoran la experiencia y la eficiencia del transporte.
Claramente, la tecnología existe para tener vehículos eléctricos, que funcionen como un servicio de excelente calidad (tipo Uber) y no requieran una persona que los maneje.
Al mezclar estas tecnologías, los beneficios crecen exponencialmente. En un servicio tipo Uber, los choferes representan cerca del 70% del costo. Al eliminar ese gasto, van a competir en precio con buses, tranvías y trenes. Si además la electricidad es solar, se produce ahorro de combustible y de contaminación, la cual no contabilizamos muy bien, pero si la sufrimos todos.
En Singularity University estudian las tecnologías que se desarrollan a ritmo exponencial y que causan serias disrupciones para beneficio de la humanidad.
En Latinoamérica, esta triple disrupción debe verse como una oportunidad para mejorar la calidad de vida de los ciudadanos, haciendo el transporte más barato, seguro y agradable.
Deben aprobarse, pronto, regulaciones e incentivos que aceleren el desarrollo y la adopción de estas tecnologías.
El autor es ingeniero, presidente del Club de Tecnología y organizador del TEDxPuraVida.