Estos días estoy viviendo lo que debe sentir una niña o un niño cuando ve algo por primera vez: asombro, curiosidad, emoción, confusión, expectativa, incapacidad de expresarlo con palabras. Comprendo ahora lo que los bebés y los niños viven todos los días y que de adultos olvidamos.
Me está pasando después de haber vivido la exposición Vistiendo y Desvistiendo de la artista costarricense María Rosa Castro Lachner. Estoy asombrada y con poquísimas palabras para explicar de qué se trata esta colección ya que casi no tengo referentes. Puedo decir que es una obra de arte conformada por una colección de vestidos que se transforman en cuadros y esculturas, que nuevamente se transforman en conceptos e ideas.
Estoy admirada con la enorme variedad estética y simbólica que logra la artista a partir de una misma forma: el vestido. Me asombra el cuidado con el que selecciona la infinitud de materiales que pueblan sus cuadros y esculturas, asegurándose que sean traductores fieles de sus ideas y que le den identidad y unicidad a cada pieza.
Me cautiva el proceso investigativo que la lleva a localizar y adquirir el material preciso para representar sus ideas.
Múltiples materiales. Papel de frutas y verduras deshidratadas (hecho en Alemania) y alambre de púas se combinan para representar la fe de la artista quien explica que el alambre es el control y moderación y las frutas y vegetales son los bienes creados.
Canicas que ilumina con luz led conforman el vestido de la sabiduría; tablilla de pino, tachuelas, manila de construcción y lámina de zinc herrumbradas son el vestido de la caridad.
La prudencia es un vestido de lino que tiene ziperes que abren y cierran. Uno de encaje negro con réplicas de raras monedas eróticas romanas que datan del siglo I d.C. (llamadas spintriae) representa la lujuria.
La ira es un vestido negro y rojo, tratada la parte superior con cera de abeja de color negro para dar un aspecto grotesco y espinas de puerco espín (adquiridos en Maine, Estados Unidos, y no se utiliza el maltrato animal para su adquisición) en puño en la zona del corazón del vestido.
La envida es representada con muda de culebra, pintura acrílica y espejos quebrados; la soberbia con un espejo añejado, dañado y plumas de gallina y de pavo real.
Propuestas únicas. La creatividad y sensibilidad de María Rosa han transformado la colección, como conjunto, y cada pieza, cada cuadro, cada escultura, cada vestido en una propuesta única, con personalidad propia capaz de dialogar con las personas de una manera fluida.
Vistiendo y Desvistiendo es una obra disruptiva que trasciende la intención original de la artista. Según ha manifestado ella misma, se trata de una recreación de su aprendizaje religioso, convirtiendo la palabra en formas para cubrirse, albergarse, protegerse, desnudarse, vestirse y desvestirse.
A mí, la colección me sorprende, me confunde, me inunda. No sé explicar lo que es, pero puedo intentar transmitir lo que percibo. Reconozco en Vistiendo y Desvistiendo la esencia humana y la cotidianidad mundana. Y, sobre todo, siento de María Rosa Castro Lachner su poderosa fuerza creativa, su profunda espiritualidad y su búsqueda de la reinterpretación de los mensajes.
Por ahora, no podremos volver a apreciar la colección completa pues sus partes han tomado vida propia y se han separado, cada cuadro, cada escultura en manos de quienes las han apreciado y adquirido.
Nos queda la imagen en el recuerdo y en la emoción del asombro.
Y en el deseo, la esperanza de volver a vivenciar una nueva propuesta creativa de esta innovadora artista costarricense.
La autora es rectora de la Universidad Castro Carazo.