A nuestros ancestros les tomó cerca de 10.000 años lograr la inmensa variedad de vegetales, frutas y hortalizas con los que contamos hoy.
Prueba y error, y mucha paciencia, llevaron a que generaciones tras generaciones seleccionaran las variedades que mejor se adaptaban a sus regiones, las que tenían mejor sabor o, incluso, mejor apariencia o mejor calidad nutricional.
El instinto de supervivencia fue lo que impulsó a nuestros ancestros a encontrar comida donde antes no había: raíces, árboles y pastos se convirtieron en fuentes de vida.
Si tuviéramos claro que la agricultura es la base de la subsistencia de nuestra sociedad y cualquier factor que la afecte negativamente pone en riesgo nuestra supervivencia, entenderíamos que la biodiversidad agrícola es como un sistema de seguros para la humanidad.
La biodiversidad agrícola es producto de la rigurosa selección, natural y humana, de especies útiles para nuestra subsistencia, por consiguiente, mantener la diversidad agrícola asegura la conservación de una gran variedad genética, la cual puede ser utilizada como reserva para mejorar algún cultivo cuando se necesite en el futuro.
Si en un momento dado se necesita perfeccionar alguna variedad para aumentar su adaptabilidad a un clima cambiante, impulsar su producción o mejorar sus valores nutricionales, lo único que se necesita es cruzarla con algún ejemplar que ofrezca las características deseadas.
Así que, entre más diversidad haya, más oportunidades y opciones existen para mejorar un producto, punto cada vez más importante en un mundo con un clima cambiante y una población hambrienta creciente.
Muchas veces, la diversidad agrícola ha ayudado a las sociedades modernas. Por ejemplo, para alimentar a la población de Bangladés, un país que ha sido azotado por un número cada vez mayor de inundaciones causadas por tifones y el incremento del nivel del mar, se ha creado una nueva variedad de arroz.
Se ha cruzado una especie tolerante al agua salada con otra que soporta estar sumergida por largos periodos y otra de producción alta. De esta manera se ha creado un cultivo capaz de resistir los efectos del cambio climático en esta región, con lo cual se ha asegurado la vida de aproximadamente 70 millones de personas.
Bancos de semillas. Conservar la diversidad agrícola es tan importante para nuestra supervivencia, que la mayoría de los países tienen sus propios bancos de semillas utilizados para guardar sus especies y variedades nativas y tradicionales.
El propósito de estos es proteger estas especies para que puedan ser utilizadas en tiempos de hambrunas o conflictos. Tal es la necesidad de proteger el futuro de la agricultura, que un banco universal fue creado en Noruega para servir de reserva para los 1.750 bancos de semillas en el mundo.
Lamentablemente, la importancia de estos bancos ha sido subestimada por algunos: los conflictos en Afganistán e Irak llevaron a la destrucción de sus bancos de semillas, que contenían miles de semillas de plantas únicas, adaptadas a las condiciones desérticas, y que podían producir comida incluso en periodos de sequía.
Esta pérdida ha sido desestimada, pero comprometerá los intentos de reconstrucción, ya que a la gente se le dificultará cultivar comida después del conflicto.
El autor es estudiante de 16 años.