Las pérdidas del Banco Central de Costa Rica (BCCR ) son una parte muy importante del problema de las finanzas públicas, y muy poco se discute o se propone sobre ellas, tal vez porque se piensa que no se puede hacer nada al respecto.
Para situar este endémico problema en el contexto actual, veamos los resultados de los estados financieros auditados del Banco para el 2013. Las pérdidas en solo ese año alcanzaron más de ¢230.000 millones. Para poder ver los alcances y la magnitud de este problema, que alcanza cifras de miles de millones y de billones de colones, es necesario ubicar al lector relacionado esas cifras con ejemplos concretos, diferentes a la forma tradicional de porcentajes de PIB, para que se llegue a entender la urgencia de tomar decisiones al respecto.
Las pérdidas de solo el 2013 fueron equivalentes al 20% de lo recaudado por el impuesto de ventas en ese mismo año. Es equivalente a decir que, de la tasa actual del 13% del impuesto de ventas, el Gobierno puede utilizar solo el 10,4% de ese impuesto, y el restante 2,6% lo tiene que destinar a cubrir las pérdidas del Banco Central. O que, para financiar esas pérdidas sin afectar el déficit global y sin que se adopten otras soluciones, como las que se proponen más adelante, debería subir el impuesto de ventas al 15,6%
Cabe advertir que estas pérdidas tuvieron su origen en operaciones fiscales que se le encomendaron al Banco en los años setenta y ochenta. Luego, al final de los noventa y en los primeros años de la década pasada, se capitalizó al BCCR de acuerdo con las posibilidades de los Gobiernos de la época, pero el gran esfuerzo fiscal de capitalización solo alcanzó para cubrir las pérdidas de dos años.
Patrimonio negativo. Los activos del instituto emisor ascendieron a ¢4,1 billones, y los pasivos, a ¢5,7 billones, lo cual da como resultado un patrimonio negativo por pérdidas acumuladas de ¢1,8 billones al 31 de diciembre del 2013.
Para poner estas cifras también en contexto, el patrimonio del Banco Nacional, a esa misma fecha, alcanzó ¢0,45 billones y el Banco de Costa Rica, ¢0,4 billones. O sea que, si se tomara el patrimonio total de ambos bancos por su valor en libros y se le traspasaran en su totalidad al Banco Central, solo cubriría la mitad de la insuficiencia patrimonial del BCCR. Se debe señalar, sin embargo, que el valor real de mercado de ambos bancos es mucho mayor, y ese traspaso podría ser una posibilidad a considerar.
Una de las razones de dichas pérdidas radica en el hecho que los activos externos del Banco Central, principalmente las reservas monetarias internacionales, tuvieron en el año analizado (2013), así como en muchos años anteriores a este, un rendimiento neto de únicamente 0,4% (después de rebajar las partidas de derivados y pérdida de valor de instrumentos financieros, registradas como egresos financieros, cuando, en realidad, son deducciones de los ingresos financieros, sobre todo los asociados con la administración de las reservas mencionadas).
Si los activos externos del Banco, particularmente las reservas monetarias internacionales, tuviesen un rendimiento cercano al 5% o 6%, las pérdidas del Banco, proyectadas en la Revisión del Programa Macroeconómico 2014-2015 en un 0,8% del PIB, o sea, ¢217.936 millones para el 2014 y ¢237.944 millones para el 2015, prácticamente desaparecerían.
Reservas y fondos soberanos. Cabe resaltar que hay abundante literatura sobre la tendencia a considerar la administración de las reservas monetarias internacionales por parte de los bancos centrales, al igual que la administración de fondos soberanos, como una administración moderna de activos financieros, en la que se combina el propósito de conservación del capital con la búsqueda de mayores rendimientos y de un manejo activo del portafolio de inversiones.
Existen varias referencias de rendimientos de fondos en activos de renta fija de grado de inversión superiores al 5,5%. En el mismo sentido apunta un estudio de la Universidad de Durham sobre la colocación estratégica en activos de las reservas.
También existen técnicas recomendadas a los bancos centrales para mejorar los rendimientos de un portafolio de bonos del tesoro americano y de ajustar la duración del portafolio con la utilización de futuros y opciones.
Pero tampoco hay que ir tan largo, pues basta ver que Costa Rica pagó un rendimiento de 7% en su reciente colocación de bonos. Aunque esa tasa se refiera a un largo plazo, hay otros activos financieros de alta seguridad con rendimientos similares a menor plazo. ¿No sería, entonces, razonable esperar un rendimiento similar en las inversiones de las reservas, sobre todo tomando en cuenta la disponibilidad de gran variedad de instrumentos disponibles para el manejo del riesgo y la liquidez en los mercados internacionales?
Otras alternativas. Otra solución alternativa, no excluyente, es la consolidación de los bancos del Estado costarricense. El Banco Central, Banco Nacional y Banco de Costa Rica son, todos, bancos de Estado, pero el Banco Central, como se ha expuesto, tiene grandes pérdidas y los otros dos bancos comerciales registran importantes ganancias. Sin embargo, las utilidades de esos bancos tienen asignaciones a sectores ajenos al sistema financiero. Aunque se trate de capitalizar el sistema de préstamos a la educación o las cooperativas, estos recursos deben provenir de asignaciones presupuestarias o de las propias universidades, y no de las utilidades de los bancos.
Lo lógico y natural es que las utilidades de las tres entidades se consoliden para efectos de cualquier traslado de recursos o de impuesto de la renta.
Otra posibilidad para remediar el problema de las pérdidas del Banco Central es considerar que se eliminen las asignaciones actuales de las utilidades de los bancos comerciales y, en su lugar, se traslade un 50% al BCCR, y el resto se destine a reforzar el capital del banco respectivo, a fin de disminuir los riesgos propios de sus actividades.
Por último, debe revisarse la estructura del sistema cambiario vigente, en el sentido de que el instituto emisor obtiene, como se dijo, pérdidas en el 2013 por ¢230.000 millones y, al mismo tiempo y a manera de ejemplo, solo tres bancos –el Nacional, el de Costa Rica y BAC San José– obtienen en el mismo periodo ganancias por cambio y arbitraje de divisas por más de ¢60.000 millones, cuando estos podrían actuar como simples agentes del Banco Central a cambio de una comisión.
Hay otras propuestas como la dolarización total de la economía, que también resolvería de raíz el problema de las pérdidas, pero ese es otro tema y otra discusión.
Conclusiones. En conclusión y dada la delicada situación de las finanzas públicas, no podemos seguir viendo las pérdidas del Banco Central como algo inmutable o esotérico, sino como una prioridad nacional, cuyo propósito sea lograr que la principal institución financiera del país deje de tener pérdidas, a fin de que pueda hacer sus importantes tareas de estabilización monetaria interna y externa, sin desestabilizar la situación fiscal del país.
Es imperativo tomar las medidas del caso para obtener mayores rendimientos por las reservas internacionales, junto con los objetivos de liquidez y preservación de capital actuales. Para ello, se debe recurrir a la diversidad de instrumentos disponibles en los mercados internacionales y la experiencia acumulada por parte de otros bancos centrales y fondos soberanos, así como la experiencia de administradores de activos a nivel internacional, que manejen carteras de fondos de pensiones y otros portafolios igualmente delicados como las reservas. Y, desde luego, todo supervisado por los experimentados funcionarios del Banco Central.
Esas y otras medidas tendientes a la capitalización contribuirían a eliminar las pérdidas recurrentes del Banco Central, lo cual facilitaría su importante labor de estabilización monetaria y reduciría el déficit del sector público en el difícil momento que atraviesan las finanzas públicas.
Estas son solo algunas ideas para contribuir a un debate nacional sobre este importante tema.
Álvaro Trejos, exvicepresidente del Banco Central de Costa Rica, expresidente de la Comisión Nacional de Valores y exdiputado.