LONDRES – El juicio, condena y sentencia de muerte suspendida de Gu Kailai, la esposa de depuesto líder chino Bo Xilai, ha puesto en duda no sólo el sistema legal de China, sino también la propia unidad de la alta dirección del Partido Comunista.
Comencemos con las muchas preguntas planteadas en el juicio. Para empezar, Gu dijo que ella mató al empresario británico Neil Heywood con el solo propósito de proteger a su hijo. Pero, dado el poder de Gu como esposa de Bo, ella podría haber encarcelado o expulsado de China a alguien como Heywood con un chasquido de sus dedos. No se necesitaba cianuro.
Aun así, no solo admitió su culpa, sino que parecía abrazar dicha culpa como una especie de necesidad histórica. “Con el fin de defender la santidad de la ley”, dijo a la corte: “Yo estoy dispuesta a aceptar y calmadamente enfrentar cualquier sentencia que se me imponga, y también espero un juicio justo y equitativo”. Desde los juicios mediáticos de Stalin en la década de 1930, no se había visto que un acusado elogie tan efusivamente a un juez quien parecía estar obligado a condenarla en un juicio donde no se presentó ningún testigo o evidencia en su contra.
La amarga ironía del juicio a alta velocidad de Gu es que ella creía verdaderamente en el sistema legal de China. En efecto, después de una victoria en un tribunal estadounidense, Gu, quien es abogada, escribió un libro en el que afirmaba que China ofrece “el método más justo de la prueba”. Y continuó diciendo: “Los abogados chinos no discuten por el significado de cada pequeña palabra. Una vez que están seguros de que una persona asesinó a alguien, se la arrestará, juzgará y un pelotón de fusilamiento la ejecutará”.
De hecho, Gu era una personificación de la forma de legalidad maoísta que China mantuvo por mucho tiempo después de la muerte de Mao. Gu no había aprobado el examen de ingreso a la Universidad de Pekín, pero sin embargo se le otorgó una excepción y se le permitió estudiar leyes poco después de que el Partido Comunista restaurara los departamentos de Derecho. Antes de eso, ella vendía carne de cerdo en un mercado de Pekín, donde se ganó el apodo de “Yi dao zhun”, que significa que ella podía cortar el trozo de carne deseado con un solo golpe.
Gu fue uno de los primeros abogados que recibió su licencia. Pero, con el incidente de la plaza de Tiananmen el año 1989, las autoridades tomaron drásticas medidas sobre la autonomía de la profesión. El Partido reafirmó su control sobre todos los aspectos de la justicia a través de un departamento medular: La Comisión de Asuntos Políticos y Jurídicos del Comité Central del Partido Comunista (PLAC, por el nombre en inglés).
Este órgano totalitario no tiene domicilio conocido, y sin embargo maneja la policía, los fiscales, los tribunales y el ministerio de la justicia de China, y designa a sus líderes. Todos los abogados están bajo su competencia. Lo más importante, todos los secretarios de la PLAC local conducen, de forma simultánea, la oficina local de seguridad pública. No es de extrañar, entonces, que se pudo detener en secreto al artista Ai Weiwei, Liu Xiaobo podría ser condenado a 11 años de prisión por iniciar una petición, y Li Wangya podrían “cometer suicidio” durante su detención.
Pero incluso este sistema monolítico de control es poroso. Si Wang Lijun, el ex comisionado de policía de Chongqing y ex aliado del Bo Xilai, no hubiese temido por su vida y hubiese huido al consulado de los Estados Unidos en Chengdu, Gu todavía estaría ayudando a Bo a gobernar la ciudad.
Wang no es ningún santo. Antes de convertirse en comisionado de la policía de Bo, fue el director del Centro de Investigación de Campo en Psicología, donde los condenados eran ejecutados y se les quitaban sus órganos vivos. El trabajo académico de Wang titulado “Un estudio de trasplantes de órganos y de receptores después de la ejecución por inyección”, le valió el Premio Guanghua a la Contribución a la Innovación. En el documento, él atribuye “nuestros logros” a los “miles de trasplantes”.
Teniendo en cuenta su familiaridad con la brutalidad del régimen chino, Wang sin duda entendió que después de caer junto con Gu y Bo, el consulado de los EE. UU. podría ser el único lugar en el que podría encontrar seguridad.
Después de todo, cuando se trataba de los órganos de seguridad pública, de los tribunales y del sistema penitenciario, Gu siempre tenía la última palabra. Se desempeñó como asesora de su marido para tomar medidas enérgicas contra la delincuencia y la corrupción, y fue responsable de enviar a dos personas – entre las cuales se encontraba el secretario de la PLAC en el condado de Wushan – a la cárcel.
De hecho, pocos días después de matar a Heywood, Gu se puso un uniforme de general de división (que podría haber pertenecido a su padre, el general Gu Jingsheng), convocó a los agentes de policía en Chongqing, y afirmó falsamente que había recibido una orden secreta del Ministerio de Seguridad Pública para proteger la seguridad personal de Wang. El uniforme, tal vez, tenía la intención de intimidar a la policía de Chongqing.
Pero, en un giro extraño e inexplicable, Wang fue llevado desde el consulado a Pekín, donde presentó a la dirección del partido la evidencia que condujo a la caída de Bo y al arresto de Gu. Pero revelar los esqueletos en el armario de Bo también significaba revelar el mundo secreto de la “aristocracia roja”. Así que Wang no puede esperar clemencia en su juicio, que terminará muy probablemente con una sentencia de muerte conmutada y trabajos forzados.
Con el fin de proteger a la aristocracia roja, la PLAC no mencionó durante el juicio de Gu los innumerables delitos económicos que ella cometió. De esta forma, en la historia reescrita por la PLAC, Heywood fue asesinado para que Gu proteja a su hijo, Bo Guagua. Y Wang no defendió el honor de China al revelar la criminalidad de Bo y Gu, sino que ventiló las historias sobre ellos a fuerzas foráneas hostiles. Solo a través del castigo de Wang se puede contener la indignación popular.
Pero el tema caso Bo Xilai y Gu Kalai pudiese ser solo un prólogo, porque la única verdad evidente que puede salir de dicho caso es que la dirección del partido se encuentra fracturada. Los lobos ahora se atacan entre ellos.