El gobierno inauguró la reparación del rompeolas de puerto Caldera, una inversión de $12 millones, con financiamiento del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), para la construcción de un morro y el refuerzo de alrededor de 300 metros.
Es un avance; sin embargo, no solo el rompeolas era urgente. Más aún lo es la modernización de todo el puerto. Lo necesitamos para recuperar competitividad y llegar a Asia sin intermediarios. Es preciso apoyar con vigor el comercio exterior y, con ello, el progreso de todos costarricenses.
Hay que decir con todas sus letras que la condición del puerto no cambia con las obras en el rompeolas, el rezago continúa. La ocupación del puerto sigue estando entre el 80 % y el 90 %, porcentaje más alto que lo óptimo, que origina ineficiencia en toda la cadena logística.
La «fila» en Caldera es real, y esto trae consigo una pérdida de competitividad para el país de unos $100 millones anuales, que termina asumiéndola nuestra población.
La terminal se quedó atrás porque carece de la capacidad para recibir barcos de gran envergadura, que son la tendencia en la industria naviera y los que cubren las rutas principales. Caldera parece condenada a ser un puerto de enlace (feeder) y no uno por donde Costa Rica salga al mundo.
Debiera transformarse en la conexión directa entre Costa Rica y Asia-Pacífico. El potencial de ese mercado es enorme para nuestro país, tanto que año tras año dicha región aumenta el ingreso per cápita y los costarricenses vemos pasar de lejos las oportunidades comerciales.
La modernización del puerto permitiría atender buques de mayor tamaño, ahorrar días de tránsito y reducir la factura logística correspondiente a la exportación debido a los transbordos en otros puertos (como Manzanillo, en México) que incrementan los costos hasta en un 30 %. Además, dejaríamos de pagar las multas que nos cobran las navieras por hacerlas esperar el descargo de los productos importados.
Productos frescos, como la piña y el banano, se trasegarían en grandes volúmenes si puerto Caldera tuviera capacidad para que atraquen buques de mayor tamaño, si se redujeran los días de tránsito estableciendo una ruta directa de Costa Rica a China, lo que significaría un enorme beneficio para el país en cuanto a la captación de divisas y la creación de empleos.
Entiendo que el gobierno sacará una licitación para emprender la modernización, pero no están claros los plazos. La pandemia alteró las prioridades, pero no hay que olvidar que las obras urgentes no se construyen de forma rápida. Tenerlas listas para operar podría tomar, cuando menos, 10 años. Las decisiones con respecto a Caldera no pueden seguir esperando.
El autor es CEO del Centro de la Promoción del Comercio y la Inversión Asia-Pacífico-América Latina.