Muchas han sido las guerras que se han librado y las crisis económicas provocadas por el temor de muchos países a perder el control y el acceso al petróleo.
Varias crisis. La primera crisis del petróleo se dio en 1973, a raíz de la decisión de la Organización de Países Árabes Exportadores de Petróleo de no exportar más crudo a las naciones que habían apoyado a Israel, enfrentado a Siria y Egipto durante la guerra de Yom Kippur. Los efectos del embargo fueron inmediatos: el precio del petróleo se cuadruplicó y pasó de $3 a $12 el barril, obligando a los países afectados a fuertes racionamientos.
La segunda crisis del petróleo se produjo en 1979, a raíz de la guerra entre Irán e Irak, y los precios se triplicaron, llegando a $39 el barril de 42 galones. La guerra del Golfo se dio porque Irak invadió y anexó Kuwait, alegando que este le estaba robando petróleo de uno de sus yacimientos y que, además, le afectaba la sobreproducción petrolera kuwaití y sus bajos precios.
El récord histórico del precio del petróleo se dio el 11 de julio del 2008, cuando llegó a costar $147,47 el barril. Luego, en diciembre de ese año, el precio cayó por debajo de los $35, y, de esa fecha en adelante, ha ido incrementándose gracias a la reactivación de las economías al salir de la recesión económica, el aumento de la demanda por parte de las economías emergentes, la crisis por el programa nuclear de Irán y los sucesos de la Primavera Árabe, donde se desataron protestas populares en favor de la democracia en Túnez, Egipto, Libia y Siria.
Todos estos acontecimientos geopolíticos, sumados al involucramiento militar por parte de Estados Unidos en varias ocasiones, y el manejo antojadizo y especulativo de los precios del petróleo por parte de la OPEP desde su fundación en 1960, se convirtieron en tema de campaña en las elecciones de Estados Unidos del 2008. Durante el debate de candidatos a vicepresidente, la republicana Sarah Palin repetía con mucha vehemencia la frase “ Drill, baby, drill ”, ante un público estadounidense que estaba agobiado de estar pagando gasolina cara, pese a contar con reservas gigantescas de petróleo que no se quería perforar.
Antes de lo esperado. El entonces candidato y actual vicepresidente, Joe Biden, respondió, en tono defensivo y pesimista, que, aunque comenzaran a perforar, iba a tomar por lo menos 10 años para que una gota de petróleo saliera de los pozos. Gracias al clamor de los republicanos, ese día llegó antes de lo esperado: la industria petrolera desarrolló nuevas tecnologías de fractura hidráulica a gran escala (fracking) que han permitido la extracción de petróleo de esquisto (shale oil) que, hace tan solo unos años, era inaccesible.
Más del 80% del shale oil se extrae en dos sitios: Bakken, en Dakota del Norte y Montana, y Eagle Ford, en el sur de Texas, y su producción representa alrededor del 20% del total del petróleo que se extrae en Estados Unidos. Desde el 2004 a la fecha, la producción total de petróleo en Estados Unidos ha aumentado un 66%, lo que lo convierte en el principal productor, con un 10% de la oferta global de crudo, superando a Arabia Saudita y Rusia. Estados Unidos está logrando reducir su dependencia del petróleo extranjero con descensos del 40% en las importaciones, y se estima que, en el 2025, podría ser autosuficiente.
Desde hace 40 años, Estados Unidos no exporta ni un solo barril de petróleo por la ley de prohibición aplicada en respuesta al embargo de los árabes en la guerra de Yom Kippur. Sin embargo, en agosto del 2014, un barco estadounidense partió hacia Corea del Sur cargado de crudo ultraligero, el cual no le resulta rentable procesar en las refinerías que tratan crudos más pesados.
Menor demanda. En noviembre pasado, Estados Unidos comenzó a exportar un promedio de 502.000 barriles diarios, convirtiéndose así en el decimoséptimo exportador de petróleo del mundo. Así como la producción de petróleo aumenta en Estados Unidos, la demanda ha venido disminuyendo de 21 millones de barriles diarios en el 2005 a 18,6 millones en el 2013, y esto mucho tiene que ver con el desarrollo de carros más eficientes, inversión en proyectos de energía renovable, aumento en el consumo de gas natural, y mejores hábitos de las nuevas generaciones, tendencias que afortunadamente ya son irreversibles.
Por lo general, cuando los precios del petróleo bajan es porque los países desarrollados caen en una recesión y el consumo disminuye. Esta vez, ese no es el caso, como lo apunta un artículo reciente del Wall Street Journal , según el cual la baja en los precios del petróleo va a incentivar el crecimiento de la economía a nivel mundial, permitiendo ahorros billonarios a la industria, la manufactura, el transporte y la agricultura. Los consumidores van a tener mucho más dinero en sus billeteras para consumir más, lo cual traerá mucha prosperidad.
Costa Rica. En Costa Rica, se estima que el Gobierno se va a ahorrar alrededor de $1.000 millones en la importación de petróleo, lo cual se va a traducir en menor salida de divisas, menos presión hacia el tipo de cambio y las tasas de interés, bajas en tarifas eléctricas y de transporte, y un gran estímulo a la economía.
Todo parece indicar que Estados Unidos está ganando la guerra del petróleo y, lo más importante, sin derramar una gota de sangre y sin sacrificar una vida humana. Además, de paso, esto ayuda a todos los países importadores que, por tantos años, han sufrido las consecuencias económicas empobrecedoras de la guerra especulativa del petróleo.