De todos es bien conocida la labor de la Asociación Pro Hospital Nacional de Niños (APHNN) que, con más de 60 años de existencia, ha tenido la única misión de colaborar con este centro pediátrico mediante la compra y donación de equipo médico. Fue esta misma asociación la que recolectó los recursos necesarios y construyó y equipó el primer edificio del Hospital de Niños, inaugurado en 1964.
Por su trayectoria, seriedad y por su probada capacidad en el desarrollo y administración de proyectos, como el Parque de Diversiones, la Asamblea Legislativa honra a la Asociación en el 2009, otorgándole el 0.78% de los recursos del Fondo de Desarrollo Social y Asignaciones Familiares, Fodesaf, para que pudiera continuar su labor en beneficio de la niñez a través de la construcción y equipamiento de la “Torre de Esperanza” recursos imposible de utilizar, hasta el día de hoy.
Iniciamos una polémica que sale a la luz en estas fechas, pero que debió haberse ventilado hace mucho tiempo. Ya llevamos 6 años de espera para que el proyecto dé inicio. Dice la Dra. Balmaceda, presidenta ejecutiva de la CCSS, en su artículo del día viernes 11 de octubre, que el primer contrato (en el 2011) fue firmado entre la Asociación y el Banco Nacional sin tomar en cuenta a la CCSS; pero no lleva razón, ya que la CCSS y la APHNN firmaron un primer convenio para la construcción y equipamiento de la “Torre de Esperanza” el 21 de diciembre del 2007.
Posteriormente ese convenio fue sustituido por uno nuevo, firmado el 10 de Abril del 2010, ante la presencia del entonces presidente de la República, Dr. Óscar Arias Sánchez. Es este consentimiento el que da a la Asociación la facultad de actuar en la definición del proyecto.
Efectivamente, la Asociación contrató con sus recursos, después de un concurso internacional, a una empresa española especialista en el diseño de hospitales, para que planteara una solución integral a los problemas del HNN, con una visión de 40 a 50 años, que incorporara las mejores prácticas y que integrara funcionalmente el actual edificio con la nueva torre médica. El proyecto cumple con los objetivos iniciales y para nada es cierto que este estudio se hiciera en forma inconsulta ya que, durante los seis meses que duró, participaron funcionarios del hospital y de las oficinas centrales de la Caja. Una vez terminado el trabajo de la empresa española, en junio del 2011, la propuesta con todos sus anexos fue entregada a la CCSS para su análisis y aprobación; finalmente, se decidió iniciar un proceso de evaluación en enero del 2013, año y medio más tarde. Aún hoy día, la CCSS no ha presentado su contrapropuesta técnica a la Asociación.
Fideicomiso y tardanza. Simultáneamente, en abril del 2011, se escogió la figura del fideicomiso como herramienta jurídico-financiera, y se formalizó un contrato entre el Banco Nacional y la Asociación, con el convenio del 2010 entre la CCSS y la Asociación como parte integral de este. Sin embargo, la Contraloría General de la República solicitó que se incluyera formalmente a la CCSS en dicho contrato, lo cual se acató de inmediato. Hecho esto, se modificó y envió a la CCSS para la firma de la Dra. Balmaceda. Esto tomó casi dos años.
La firma del segundo contrato de fideicomiso, el 10 de abril del 2013, fue un gran logro que todos celebramos, pero aún hacía falta que se firmara una matriz de valoración de riesgos requerida por la Contraloría. La lentitud de la CCSS para responder a esta solicitud causó que se dejaran de percibir los recursos económicos (seis millones de dólares) correspondientes al 2013, de ahí nuestra molestia. El 9 de julio de este año, trasladamos a la CCSS la solicitud de la Contraloría de firmar dicho documento, pero la Caja la firmó el 7 de octubre, cuando ya era muy tarde para lograr el refrendo por parte de la Contraloría, presentar un presupuesto extraordinario y poder lograr el desembolso de los dineros del 2013.
Mientras tanto, suceden cosas inconcebibles. Debido al colapso de los quirófanos ocurrido en el HNN, en el 2011, el Seguro Social se vio obligado a remodelarlos, esto a un costo de dos mil trescientos millones de colones. Los quirófanos estaban contemplados en el proyecto llamado Torre de Esperanza y, si se hubiera ejecutado oportunamente, la Caja se habría ahorrado esos dineros y haberlos utilizado para resolver otros problemas institucionales. Fue preferible para la CCSS remodelar quirófanos viejos que darle trámite expedito a un edificio nuevo con equipo de última tecnología.
En respuesta a la misión de la Asociación, al mandato que nos dio el Congreso de la República y al compromiso adquirido con la Caja, hemos planteado una solución, de 85 millones de dólares, no solo para la construcción y equipamiento de una torre de cuidados críticos sino, también, para resolver los problemas de infraestructura, de equipamiento y de operación de ese nosocomio por los próximos 40 o 50 años. En otras palabras para los niños de hoy, sus hijos y nietos.
Desde que el proyecto le fue propuesto a la CCSS, hasta el día de hoy, han pasado 6 años y ha sido gracias a la paciencia, entereza e insistencia de la APHNN que se ha mantenido milagrosamente a flote. No concebimos que un proyecto que es un regalo a la niñez, que cuenta con los recursos y que vendría a resolver infinidad de problemas, tenga que pasar por seis años de desidia institucional para que se haga realidad.
Mientras la CCSS, hace tanto esfuerzo en defenderse y polemizar, me pregunto: ¿quién se preocupa por los niños que tienen que utilizar un hospital colapsado, un edificio cuyos sistemas de agua potable, aguas negras y electricidad están acabados, que no cumple con el código sísmico vigente, plagado de equipos obsoletos que deben reemplazarse con una inversión altísima, y por los miles de pequeños que están en lista de espera por una cirugía? Esperamos que las autoridades aceleren este proceso en beneficio de los que más importan: los niños.
Luis Gamboa Arguedas, presidente, Junta Directiva, Asociación pro Hospital Nacional de Niños.