Hace dos años escribimos una columna manifestando nuestra preocupación por los insuficientes recursos de que disponía el país, por medio del ICT, para promover la demanda turística internacional hacia Costa Rica. Recordábamos que los recursos del Instituto se sustentaban en dos leyes: una del año 1955, que estableció el impuesto del 3% sobre los servicios de alojamiento hotelero, y otra, de 1960, que fijó el impuesto del 5% sobre el valor de los boletos internacionales vendidos localmente. Aunque en su momento fueron visionarias ambas decisiones, pasados ya más de 50 años, esos recursos se habían convertido en insuficientes.
Con una industria turística que recibe casi 2 millones de visitantes al año, quienes gastan en nuestro territorio alrededor de $2.000 millones y generan más de 120.000 empleos directos y 300.000 indirectos, el sector turismo llega a aportar el 7% del PIB y participa del total de nuestras exportaciones en un 20%. Estas cifras son muestra de que las necesidades de promoción son cada vez mayores y forman parte de la responsabilidad y sostenibilidad que este sector debe tener aseguradas.
Fortalecimiento de institución. Por ello es muy alentador lo que ha ocurrido en la Asamblea Legislativa con la aprobación, por unanimidad, del proyecto de ley enviado por el ministro de Turismo, Carlos Ricardo Benavides, para fortalecer la capacidad de la institución como ente responsable de la promoción turística de Costa Rica. El proyecto contó , además, con el respaldo de todos los gremios empresariales y profesionales turísticos, en una notable demostración de unidad ante objetivos de interés nacional.
Así como frecuentemente se critica la falta de coordinación en otras materias entre el Poder Ejecutivo y la Asamblea Legislativa, o entre las mismas fracciones políticas, es muy justo felicitar a todas las partes cuando se dan ejemplos tan positivos como este que comentamos. Esto también corrobora que fue acertada la decisión de crear la Comisión Permanente de Turismo en la Asamblea Legislativa.
Estos recursos llegan en un momento muy oportuno, cuando el mundo entero empieza a sufrir los efectos de una de las mayores crisis económicas de los últimos cien años. Si por la víspera se saca el día, la crisis del año 1929 tuvo su período de mayor gravedad hasta 1931, pero la recuperación tardó hasta finales de la década de los años 30. De ahí que estos nuevos recursos permitirán afrontar con mayores posibilidades de éxito la defensa y crecimiento de nuestra industria en los principales mercados, en un momento en el que la competencia se verá muy acentuada y en el que deberemos afianzar nuestro posicionamiento de destino turístico diferenciado y sostenible.