Opinión

¿Dónde está el juego?

La proliferación, de nuevo, de máquinas tragamonedas pone de manifiesto el debilitamiento del régimen municipal

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El problema de las máquinas tragamonedas no es de escasa monta, como creen no pocos regidores y alcaldes, los cuales las han vuelto a permitir, a contrapelo de las normas legales vigentes y de resoluciones de instituciones públicas, como la Procuraduría General de la República. Al parecer, la complacencia –vaya a saberse con quién– y el cobro de una patente municipal por la suma irrisoria de ¢3. 000 son motivos suficientes para irrespetar la legislación en vigor y el deber de tener en cuenta los intereses de los menores de edad, las víctimas de estos juegos.








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