El Tratado de Libre Comercio con los Estados Unidos es trascendental y su aprobación contribuiría a crear las condiciones necesarias para impulsar nuestro desarrollo. Este es un comentario general sobre las posibilidades de crecimiento que nos daría la aprobación del TLC, desde la solución de grandes problemas nacionales.
Desde hace 20 años, Costa Rica viene impulsando una estrategia de desarrollo basada en la inserción en los mercados mundiales. La razón es muy simple: nuestra economía es muy pequeña, y, para generar crecientes ingresos para su población, es necesario producir y vender mucho más de lo que producimos. ¿Dónde colocamos los excedentes? En los mercados internacionales; no hay otra opción. Con esa estrategia, el país hoy exporta muchos más productos y más diversos, lo que ha impulsado el crecimiento económico, ha generado empleos y mayor bienestar y mejor nivel de vida.
Pero no todo ha sido color de rosa. El crecimiento anual generado no es satisfactorio ni tampoco la generación de buenos empleos. Además, se vive una creciente concentración de la riqueza, algo nada halagüeño en un país caracterizado por tener una distribución de la riqueza más equitativa.
Decisiones complementarias. Un mayor crecimiento que el logrado hasta la fecha no se dará, si no se ejecutan acciones complementarias. Debe tenerse una economía más estable, con menores niveles de inflación. Eso da certeza a los inversionistas para la realización de inversiones productivas. Además, debe tenerse una economía solvente, capaz de financiar sus gastos adecuadamente. La estabilidad y la solvencia son determinantes para el crecimiento de la economía del país. Esto, junto con una mejor distribución de la riqueza, son los requisitos mínimos para un mayor desarrollo y bienestar.
Lamentablemente Costa Rica carece de esas condiciones. La falta de solvencia de la economía, expresada en deudas interna y externa muy altas, cuyo servicio consume más del 30% del presupuesto del Gobierno, y que crecen constantemente, puede hacer que perdamos la estabilidad en poco tiempo. Esa insolvencia hace que el país no cuente con la infraestructura necesaria para apoyar el crecimiento -carreteras, puentes, puertos y aeropuertos de clase mundial- ni con los recursos para mejorar la educación -primaria, secundaria y universitaria- y para mejorar la empleabilidad de la fuerza laboral: la generación de empleos de calidad. Sí hace que no mejore la seguridad social, entre muchos otros obstáculos al crecimiento y a una mejor distribución de la riqueza que no permiten aprovechar las oportunidades reales.
¿Debe, por eso, no aprobarse el TLC? ¿Debemos renunciar a las oportunidades que presenta el TLC para crecer, por existir problemas que nada tienen que ver con el TLC, sino con políticas, planes y programas que debemos definir internamente y que impiden mayor crecimiento y bienestar?
Debemos resolver los problemas internos, con TLC o sin él. No nos engañemos. El TLC no resuelve los problemas que tenemos, pero sin él tampoco tendremos las oportunidades que buscamos para desarrollarnos. Una economía como la nuestra no puede generar riqueza si no está conectada a los mercados mundiales.
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