En un artículo anterior (LN/4/8/06/ P. 15), motivado por declaraciones del flamante ministro de Exportación, Marco Vinicio Ruiz, señalamos que todos los que participan en el sistema de especialización e intercambio son productores (empresarios) y consumidores a la vez; pero, como consumen cientos de bienes y servicios y producen uno o muy pocos, su rol de consumidor es el preeminente, y es el que se debería salvaguardar. La comprensión de este hecho es fundamental cuando se trata de responder a la siguiente pregunta: ¿es posible proteger a todos los productores a través de barreras comerciales? Veamos.
En el sistema económico, una de las funciones básicas del Estado es velar por que se respete absolutamente el derecho de propiedad de todos los participantes; por lo tanto, no hay manera de justificar la “protección” de un productor mediante la violación del derecho de propiedad de otro productor. Hay otras formas. En efecto, existen dos formas de “favorecer” a un individuo o una empresa: (1) “protegerlo” en su rol de productor y (2) defenderlo en su rol de consumidor.
Protección del productor. Esta forma de ayuda consiste en utilizar medidas comerciales como aranceles, prohibiciones, cuotas y requisitos fitosa- nitarios, para impedir que los consumidores del bien A (quienes son a la vez los productores de los bienes B, C, D, …Z) puedan comprarlo barato en el extranjero. La protección consiste en hacer que el productor nacional de A pueda cobrar un precio más elevado que el que pagarían los otros productores al importarlo; es decir, la “protección” de los productores de A equivale al sangrado de todos los demás productores que consumen A. Por lo tanto, resulta imposible “proteger” a todos los productores mediante las medidas citadas. Si algún papanatas con poder tratara de hacerlo, todos los ciudadanos se morirían de hambre, desangrados; por eso, los políticos ni lo intentan. Cuando alguien como el ministro Ruiz habla de “beneficiar a los pequeños y medianos empresarios”, se refiere a “proteger”, con la sangre de los demás, a un pequeño grupo ligado al poder, menos del uno por ciento (1%) de la totalidad de los verdaderos empresarios. Además de ruinosa, esta forma de socorro, preferida por los políticos tercermundistas, es inmoral, pues viola el derecho de propiedad de todos los demás productores o empresarios.
Defensa del consumidor. Esta forma de ayuda consiste en eliminar todas las restricciones al comercio que puedan encarecer o hacer escasear los bienes y servicios que consume el productor o utiliza el empresario para generar el bien A. Es la forma ideal de “proteger” al productor –ya sea individuo o empresa– porque genera riqueza para todos. Veamos cómo. Para simplificar, digamos que cada individuo produce solo un bien, pero consume 200, lo cual implica que obtiene199 mediante el intercambio. Si se encarecieran los 200 bienes mediante barreras comerciales, cada individuo ganaría en un caso y perdería en 199; se arruinaría. En cambio, si se permitiera el abaratamiento de los 200 bienes mediante la eliminación de todas las barreras comerciales y otras intervenciones, cada productor perdería en un caso, pero ganaría en 199. Se enriquecería. Sucede igual cuando de empresas se trata. La cervecería, por ejemplo, es consumidora de azúcar, agua, lúpulo, electricidad y mil cosas más. La forma correcta de protegerla es eliminando todas las políticas del gobierno local que puedan encarecer esos bienes que utiliza la empresa. Tomar medidas para encarecer la cerveza iría en detrimento de los demás productores. Además de enriquecedora, esta forma de socorro es la moralmente correcta pues respeta el derecho de propiedad de todos los participantes.
¿Quién les dirá al presidente Arias y a su equipo “comercial” que con sus protecciones –o políticas comerciales basadas en ideas de los siglos XVI y XVII, superadas en gran medida en sociedades lideradas por gente de solo mediana inteligencia– se olviden del 2020 o el 2100, pues no llegaremos a ninguna parte?