El 2017 cerramos con 603 homicidios, lo cual representa, lamentablemente, un aumento de 26 muertes con relación al 2016. Un aumento que viene marcándose desde el 2012, cuando hubo 407, luego en el 2013 con 411, en el 2014 con 477, el 2015 con 557, el 2016 con 578 y este año superamos los 600.
Claro está, el aumento en nuestro país se da por la pugna existente entre las estructuras dedicadas al narcotráfico, donde, gracias a la desarticulación de esos grupos, producto del trabajo que hacemos tanto en Seguridad Pública como en la Policía Judicial, entre ellos se genera una rebelión cuya consecuencia es la muerte. Este es un factor evidente en el alza de los homicidios.
Basta con ver las cifras para comprender que el 48 % de las muertes se produjeron por ajuste de cuentas o venganza y el 25 % por narcotráfico claramente determinado por el OIJ. Existe, además, un 16 % por riñas y un porcentaje de causas de muerte aún no aclarado, pues se mantiene en investigación; contrario a esos datos, las muertes por comisión de otro delito solo representó, dichosamente, un 14% y no es la primera causa. Asimismo, vemos como el 72 % de estos homicidios se dieron con uso de armas de fuego, problema del que hemos hablado y del cual hemos presentado proyectos de reforma a la ley de armas para una mejor regulación.
Fenómeno regional. Según un estudio de la Comisión Centroamericana de Policías, a noviembre del 2017, Costa Rica era el único país que había aumentado en 10 homicidios; mientras que El Salvador, Guatemala, Nicaragua, Panamá, República Dominicana y Puerto Rico bajaron. Pese a ello, Guatemala se posiciona en la región como el país donde más muertes se producen y El Salvador, que tiene una población similar a la nuestra, presenta entre 3.000 y 4.000 homicidios al año.
Al cuestionarnos cuál podría ser la razón por la cual en Costa Rica aumentaron a noviembre del 2017 los homicidios y en esos países descendieron, la respuesta es que, por ejemplo, en el Triángulo Norte lo que más produce homicidios son las maras y pandillas que generan alta cantidad de hechos y con quienes los gobiernos de esos países negocian treguas, y eso pudo haber incidido en la reducción. Sin embargo, en nuestro país, cada vez que damos un golpe al narcotráfico, los grupos dedicados a ello se enfrentan, se dan rebeliones, pugnas por pelear espacios para comercializar drogas y esto deriva en más muertes. Pese a ello, nuestra tarea policial y judicial no va a cesar.
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Soluciones. Hemos generado en estos años que he ejercido como ministro un sistema integral que abarca más recursos y tecnología para blindar al país de dichos grupos. Tenemos mejores instalaciones, más policías, más equipo, aviones, lanchas, armas, capacitación, radares y controles migratorios rigurosos, entre otros. Todo ello para golpearlos con decomisos de drogas, dinero y armas, y desarticular sus estructuras.
Lo anterior ha representado una inversión de ¢37.500 millones en infraestructura policial, así como ¢11.402 millones en equipamiento, que abarca la adquisición del avión King Air. Adicionalmente, invertiremos $9,69 millones en cuatro embarcaciones, dos de las cuales son de 38 pies, una de 45 y otra de 85 pies. Ha sido tan eficiente el trabajo que a escala nacional hemos decomisado unas 30 toneladas de cocaína, superando cifras de más de cinco años atrás. También, hemos desarticulado 126 estructuras narco, 26 de las cuales eran de tráfico internacional de drogas, golpes que las tambalean y las llevan a enfrentamientos que acaban en muerte.
Pese a los esfuerzos policiales y judiciales de estos años, lo que se necesita para el futuro inmediato no es solo el esfuerzo policial, es una política pública integral que contemple aspectos sociales, más educación, cultura, empleo, centros de desintoxicación, rigurosidad en el cumplimento de la normativa vigente en materia penal, deporte, música, arte, valores, entre otras acciones tendientes a crear un país más seguro de manera integral y no solo policial.
La tarea la estamos sacando, el país en la región está posicionado asertivamente, pero si no enfrentamos integralmente el problema, podría traer fenómenos cada vez menos favorables para el país.
El autor es ministro de Seguridad Pública.